Emilio Bouza: "Ni se garantiza ni se descarta otra oleada, en ciencia no hay acertijos"

Después de vivir en primera línea la mayor "crisis aguda" en los hospitales y tras un "test de estrés" del que, asegura, "han salido reforzados", el infectólogo vilalbés y catedrático de la Complutense hace balance 

Emilio Bouza, en el Congreso. EP
photo_camera Emilio Bouza, en el Congreso. EP

Dice de sí mismo que ha sido de "los más viejos" en combatir la pandemia desde el ámbito sanitario y reconoce que a nivel científico ha sido un aprendizaje "continuo, brutal y muy estimulante". El infectólogo vilalbés Emilio Bouza, emérito en el hospital Gregorio Marañón de Madrid a sus 73 años y catedrático de la Complutense, compareció ante la sección de Sanidad en la Comisión de Reconstrucción Nacional del Congreso.

¿Podemos hablar ya de calma?
Es la expectación armada. La primera gran ola casi ha desaparecido pero siguen quedando algunos casos y estamos viendo otros genuinamente nuevos y algunos brotes. La enfermedad está remitiendo pero no está extinguida.

¿Es la calma que precede a la tempestad? ¿Habrá rebrotes?
En la perspectiva científica no hay acertijos. No hay datos que garanticen ni descarten una segunda oleada. Algunos asumen que el coronavirus se comporte como un virus gripal, pero no lo es. Puede haber rebrote, no lo sabemos. Podemos teorizar por deseos y sentimientos, pero no por ciencia.

"La enfermedad está remitiendo pero no extinguida; siguen quedando casos y hay otros genuinamente nuevos"

¿Qué se sabe del virus a día de hoy?
Hubo muchas informaciones contradictorias, si se contagia por el aire o no, si mascarilla o no... Del virus lo sabemos todo, de sus mecanismos tenemos más dudas. Está comprobada su transmisión por gotitas en suspensión, por eso las mascarillas son adecuadas y lo más útil, la distancia.

¿Los nuevos casos son menos virulentos? ¿El virus está mutando?
Parecen ser menos agresivos y causar menos neumonías bilaterales que los iniciales, lo que sugiere, o que la inmunidad es mejor o que pudiera ser que el virus se haya amortiguado. Es lo que sucede con los virus en los pases de persona a persona, es su forma de sobrevivir. Pero puede ser por mutaciones o por otras cosas, las explicaciones son muy discutibles.

Los estudios reflejan poca inmunidad en España.
Estamos viendo un componente que podemos medir con pruebas particulares. La inmunidad se refleja en anticuerpos y no todo aquel que es negativo no ha tenido contacto con el virus. Hablamos de tres millones de personas en España, pero podrían ser más.

¿Y la vacuna? ¿Llegará?
Haciendo verdaderos milagros, no en menos de un año. Normalmente el desarrollo de una vacuna lleva siete años y hay que estudiar mucho, comprobar que es segura y que no es para una enfermedad que se haya extinguido.

Ahora con cierta perspectiva, ¿qué podemos aprender de esta crisis?
En mi comparecencia en el Congreso de los Diputados hace unos días hablé de los defectos del sistema sanitario, estructurales y previos al coronavirus. Tenemos una sanidad excesivamente fragmentada y necesitamos un rediseño de nuestros centros de alertas epidemiológicos. Y es importante reforzar el sistema formativo en materia de catástrofes y que nos entrenen para actividades comunes de riesgo. No mucha gente sabe colocar un catéter central, usar un ventilador... por ejemplo. Los planes de contingencia no pueden estar en cajones de despacho, tienen que practicarse.

El virus parece menos agresivo, por lo que o la inmunidad es mayor o se ha amortiguado al pasar de persona a persona

¿Estamos mejor preparados?
Por supuesto, esto ha sido tremendo, mucho más que un ensayo general.

¿El sistema sanitario estuvo a la altura?
La parte que conozco mejor, cómo han respondido los hospitales ante una verdadera avalancha, ha sido de forma magnífica. Nunca se había vivido una crisis aguda así en los hospitales y la respuesta de todos los estamentos ha sido maravillosa. Del test de estrés salen reforzados. No quiero decir que no haya problemas, pero no he visto a nadie echarse para atrás.

Galicia estrenó este lunes la nueva normalidad. Hablaba antes de fragmentación. ¿A nivel sanitario, es un problema?
No dudo que se gobierna mejor de cerca que si te viene de lejos, pero uno de los problemas estructurales de la sanidad es la fragmentación. Hay demasiada: entre comunidades, entre pública y privada, entre hospitalaria y ambulatoria, militar y civil... Una pandemia demuestra que hay que saltarse esas barreras, así que ya lo podríamos hacer antes.

Los grandes damnificados han sido los mayores en residencias. ¿Hay que hacer cambios o incorporarlas al sistema sanitario?
Absolutamente. Este agente ha sido muy letal y muy agresivo en la gente más mayor, que antes vivía aislada en su casa con sus familiares y ahora con frecuencia vive en residencias. Y habrá que buscar el justo medio entre medicalizarlas y que sigan siendo una prolongación del hogar. Desde el lado médico, el que más conozco, queda mucho que ofrecer. Cosas tan simples como el acceso de personas y muestras de forma más fácil a los hospitales.

¿Se está perdiendo el miedo rápido, es peligroso no tener memoria?
La percepción no es igual de unas personas a otras. La gente muy joven no ha tenido la vivencia de ver morir a un amigo pero alguno sí a un abuelo. Ha sido mucho más duro para los mayores. Hay que ser cautos y vigilarlo de cerca.

¿Volverán los abrazos?
No desaparecerán. El contacto físico entre seres humanos, sobre todo en sociedades latinas, es una esencia de la vida que una pandemia no podrá desterrar.

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