Explorando entre recuerdos

Agustina de las Casas viajó junto a su amiga Ariana Oñate a Muimenta para conocer los lugares donde inició su vida su abuela materna, María Celia Rus
Agustina junto a la puerta de la casa en la que nació su abuela. NOEMI FERNÁNDEZ
photo_camera Agustina junto a la puerta de la casa en la que nació su abuela. NOEMI FERNÁNDEZ

Un año sabático no es lo más habitual en nuestra cultura pero si al otro lado del charco, especialmente si se dedica a conocer los orígenes de uno mismo. Así llegó Agustina de las Casas a Muimenta, para conocer las raíces de su querida familia.

Agustina vive al norte de Buenos Aires, en la localidad argentina de Vicente López, pero sus raíces son cospeitesas. El apellido de su abuela la delata: Rus, un sobrenombre tradicionalmente chairego que esta joven argentina ya no conserva.

María Celia Rus era la niña que emigró junto a su familia al otro lado del Atlántico, huyendo de las dificultades que dejó la Guerra Civil. Esa niña a la que la travesía, de casi un mes de duración, se le hizo especialmente dura, es hoy la abuela de Agustina.

El cariño por su tierra siempre estuvo presente en los recuerdos que Celia guardaba de su infancia y que en distendidas conversaciones contaba a las generaciones que le sucedieron. Las pláticas se convertían en fábulas, imaginables pero inconcebibles, pues miles de quilómetros separaban esas añoranzas de la realidad.

Poner remedio a esa fábula y convertirla en palpable fue el deseo que llevó a Agustina a emprender este largo viaje. Junto a su amiga Ariana Oñate, planeó un año sabático para recorrer el mundo en el que la parada indispensable era Muimenta.

Y luego de mucho imaginarlo, su gran objetivo se está cumpliendo gracias a la parte de la familia que continúa en diversos municipios de A Terra Chá y que le están permitiendo conocer los lugares donde su abuela vivió los primeros años de su "historia". Agustina puede por fin convertir en imagen los recuerdos que su abuela solo podía transmitirle en palabras.

Agustina explorando el interior de la vivienda desde la puerta. NOEMI FERNÁNDEZ
Agustina explorando el interior de la vivienda desde la puerta. NOEMI FERNÁNDEZ

Una experiencia "reloca" que esta joven argentina no acaba de creerse, porque no vive con ese sentimiento característico de los viajes, ella se siente "un poco en casa". No solo por los recuerdos, también por los atisbos de la cultura gallega que enraizaron en Argentina, que hacen a nuestra tierra más cercana. Eso sí, Agustina sigue sorprendiéndose cada vez que alguien le saluda con dos besos, pues en las bienvenidas los argentinos dan solo un. Aún así, describe a los gallegos como "más fríos", ya que tras ese beso de saludo ellos recurren a un caluroso abrazo.

Con ese gesto de cariño la recibieron sus familiares, al igual que lo hicieron en su día con su madre y su abuela cuando vinieron de visita. Su ilusión, ahora que su gran sueño está cumplido, es que sus hijos visiten también Muimenta y que las generaciones que le sucedan mantengan presentes sus orígenes.

Algo que no contempla mantener es la emigración, en este caso de vuelta a España, pues, según ella misma cuenta, hay muchos lazos que la unen a Argentina, "mi familia, mis amigos... Todo está allá", explica. Y cuando recuerda esa unión a los suyos, a su tierra, entiende aún mejor la dura experiencia que a finales de los años 40 vivió su abuela.

Una mujer a la que Agustina tiene un enorme amor, evidente en el brillo de sus ojos cuando habla de ella. Ese poderoso amor que ha llevado a una joven de tan solo 18 años a escoger como uno de los destinos de su año sabático a Muimenta.

Un viaje a una nueva vida
El 23 de julio de 1949 llegaba a Argentina el barco en el que viajaba María Celia Rus Martínez junto a su familia. 
Desde Vigo
Sus padres, Benjamín y Carmen, habían decidido que para poder salir adelante era necesario marcharse y buscar las oportunidades que Galicia no les ofrecía. Así fue como la miseria en la que había quedado sumido el país obligó a la familia Rus-Martínez a embarcar desde Vigo hacia una nueva vida.
Sus empleos
A su llegada a América Latina, Celia decidió no continuar estudiando y empezó a trabajar como empleada doméstica en la casa de una familia pudiente, pues era la forma de ganar dinero para asentarse en Buenos Aires. Más tarde, esa misma familia pasó a darle trabajo como empleada administrativa en una óptica de su propiedad.
Tuvo dos hijas
Tras más diez años en tierras argentinas, en 1960 Celia se casó con Adolfo López, un joven argentino con ascendencia española. De su matrimonio nacieron dos hijas, Celia Alejandra y Laura Beatriz. Décadas más tarde llegaron sus nietos, a los que contó su historia de vida a modo de herencia.
Viuda desde 2019
En la actualidad, Celia continúa viviendo en la capital de su país de acogida, pero sin su marido, Adolfo López, que falleció en el año 2019. 

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