Conociendo nuevos tatamis

El club Moo Duk Kwan de Vilalba mantuvo la XIX Convención Galibudo con una reducción de plazas y dándole mayor protagonismo y promoción al entorno natural de la comarca chairega
Participantes en la convención Galibudo 2020 en Penas de Rodas, donde hicieron una sesión de entrenamiento y visitaron la zona. GALIBUDO
photo_camera Participantes en la convención Galibudo 2020 en Penas de Rodas, donde hicieron una sesión de entrenamiento y visitaron la zona. GALIBUDO

Pocos eventos han sobrevivido este año al paso de la pandemia del Covid-19. Cancelaciones, aplazamientos y nuevas fechas que no pudieron cumplirse, bien por prudencia o por imposibilidad de llevarlos a cabo con la seguridad requerida. Pero algunos han sabido adaptarse y reinventarse para poder cumplir un año más y, además, manteniendo su esencia, como fue el caso de Galibudo 2020.

Esta convención de artes marciales, promovida desde el 2001 por la escuela de taekwondo Moo Duk Kwan de Vilalba, vivió este año una edición distinta, pero con el mismo objetivo de siempre: reunir en la capital chairega a amantes de las artes marciales de todo el mundo y darles a conocer los paisajes y gastronomía del municipio y la comarca. Un año más, se cumplió.

Participantes en la convención Galibudo 2020 en Penas de Rodas, donde hicieron una sesión de entrenamiento y visitaron la zona. GALIBUDO

"Fue un Galibudo singular, en el que las circunstancias nos limitaron mucho para contar con la gente. Los maestros titulares que iban a venir para dar las sesiones prácticas no pudieron hacerlo porque venían de Argentina, México y Barcelona. Incluso había inscritas personas de Estados Unidos que tampoco pudieron viajar", explica Antonio Montes, promotor de esta cita que se celebra siempre el primer fin de semana de septiembre.

La convención se adaptó a las circunstancias y solo se ofrecieron 25 plazas –de las que se cubrieron 15, con personas llegadas de distintos puntos de España, pero hubo otras que siguieron el evento por redes sociales–. Además, el programa habitual también sufrió variaciones, teniendo las visitas turísticas un peso aún mayor.

Así, la tradicional sesión de entrenamiento dejó atrás el pabellón vilalbés y se trasladó a Penas de Rodas, para celebrarse el sábado en plena naturaleza. El entorno de Outeiro de Rei y la Lagoa de Cospeito fueron también protagonistas esta jornada, que contó además con una charla-coloquio sobre psicología deportiva y sobre la inmersión de las artes marciales en las culturas oriental y occidental.

La cena de clausura en el Parador, con los actos de la Orden Marcial de la Queimada, dio paso el domingo a una intensa promoción turística de la zona: el paseo fluvial y área recreativa de A Magdalena, la feria de la localidad, la Charca do Alligal, el mirador de Goía, en Xermade, o el lago de As Pontes.

A todo esto hay que unir en esta edición una vertiente solidaria, en la que se recaudaron fondos –con las inscripciones y la venta de pulseras conmemorativas– para la Fundación Vicente Ferrer.

Y aunque el coronavirus no pudo alterar en 2020 la continuidad de Galibudo, la organización no tiene claro qué pasará en el futuro con esta cita, para la que piden un mayor compromiso por parte del Concello. "Este año lo afrontamos solos, pero así no es viable", se lamentó Montes.

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