Una cocina de excelencia

El Mesón do Campo de Vilalba recibe el Plato Michelín, galardón que entrega la prestigiosa guía, a la que el local pertenece desde 2012   
Equipo del Mesón do Campo. S.IGLESIA
photo_camera Equipo que forma el Mesón do Campo. S.IGLESIA

Cuando el Mesón do Campo abría en forma de hamburguesería en el año 1976 enfrente a la Praza de San Xoán de Vilalba, poco se podía imaginar Teresa Vázquez, la ideadora del negocio junto a su marido, en lo que se convertiría aquel local 45 años después: un nombre fijo en la guía gastronómica más prestigiosa del mundo —desde 2012— y nuevo Plato Michelín.

El reciente reconocimiento llegaba justo a tiempo para endulzar una de las etapas más difíciles para el sector hostelero, a la que, el siempre innovador restaurante vilalbés, no escapa. Y viene para recordarle al equipo que lo forma que su cocina es "sinónimo de calidad garantizada", tal y como reflejan las bases de la guía. "Este es un pasito más", reconoce Elísabet Castro, la actual responsable del establecimiento junto a su marido, Manuel Fernández, al tiempo que asegura que la meta no está en conseguir la estrella, sino mucho más cerca. 

El objetivo que se marcan los gerentes del negocio es mantenerse y hacer que la experiencia del cliente sea "como estar en casa"

"Mantenernos como estamos, que los clientes venga a propósito de otros lugares a comer aquí, y seguir trabajando con esfuerzo y producto, producto, producto", resume la sumiller como clave para llegar a donde están, en la élite de la cocina gallega, sorteando fronteras hasta la llegada del cierre perimetral que alejó a Vilalba del resto del mundo. "Por eso aún no notamos tanto esta nueva mención", dice, "pero estar en la guía sí, mucho, la gente viene y se sorprende de que estemos aquí, pero si es un proyecto totalmente válido desde Vilalba... No tenemos por qué irnos a una ciudad".

El Plato Michelín recala por primera vez en un restaurante que busca que el cliente se sienta "como en casa", desde el aperitivo al café —servido de mano de Manuel, barista titulado—, pasando por la bodega de Elísabet que reúne más de 600 referencias de vino de todo el mundo, hasta los manjares, siempre de temporada y siempre productos "que respetamos, con técnicas detrás pero preservando su sabor". 

La continua formación de los cinco que forman el equipo, y muy especialmente la de Teresa, quien "está constantemente innovando", y la necesidad de "no quedarnos estáticos" ante la situación que trajo consigo la pandemia, originó el proyecto ‘Roda pop up’, un concepto "efímero" con el que la excelencia de Mesón do Campo llegó a los domicilios vilalbeses cuando los locales cerraron. "La acogida fue muy buena, fue una manera de sumar en vez de restar, y acercarnos a un perfil diferente, más joven. Eso me encanta", concluye Elísabet, quien mantiene la ilusión intacta, también en tiempos grises. 

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