El abuelo de Castro de Rei sopla una vela más

Jesús Docando Docando, natural de Loentia y vecino de Castro de Ribeiras de Lea, cumple 101 años 
Jesús Docando
photo_camera Jesús Docando, con su familia y el regidor de Castro de Rei. JOSÉ ÁNGEL DÍAZ

Dice que nunca pasó por un hospital y que no tendría problema en seguir conduciendo. Tiene una mente lúcida y los recuerdos guardados bajo llave. Y sigue siendo una persona activa, pese a acabar de soplar una vela más, y ya van 101, que no son pocas. 

Jesús Docando Docando nació en Loentia un día como hoy, un 14 de septiembre, pero del siglo pasado, en 1920. Y actualmente es el abuelo de Castro de Rei, el vecino con más edad del municipio. Y este fin de semana celebró su cumpleaños rodeado de su familia —tiene dos hijos, cuatro nietos y cuatro bisnietos con los que le gusta mucho pasar el tiempo— y el regidor de Castro de Rei, Francisco Balado, le llevó una tarta de regalo. 

Jesús Docando vivió en Loentia toda su vida hasta que se jubiló y se trasladó para Castro de Ribeiras de Lea con uno de sus hijos —el otro vive en Lugo—. Se casó en 1945 y enviudó en 1982.

Cuando echa la vista atrás recuerda los años de la guerra —fue con 18 años y estuvo en los frentes de Valencia, Teruel y Castellón hasta volver a Galicia a la Infantería de Marina en Ferrol—. Pero también de trabajos, con una larga trayectoria como zoqueiro —con el dinero que consiguió se hizo su casa en Loentia— y otra de capataz del Instituto de Conservación da Natureza (Icona), donde estuvo 16 años hasta su jubilación. 

En 1997 se fue a vivir a Castro de Ribeiras de Lea, donde reside actualmente, y ya se convirtió en una cara conocida en el municipio. Todos los días sale a pasear y se sienta en los bancos que hay donde el campo de fútbol viejo a charlar con vecinos y amigos. Le gusta conversar. 

También visita la biblioteca y va a los bailes de la UDP, o iba cuando la pandemia permitía celebrarlos, y condujo hasta los 98 años un coche sin carné, con el que iba todos los días a su casa de Loentia, a ver a la familia o a aniversarios y entierros. 

Come de todo y los miércoles, aunque en casa, no falla a su cita con el pulpo, siempre acompañado de un vaso de vino. Se levanta temprano, a las 5.30, y se encarga de llevarle comida a los animales. Su energía, pese a los años, sigue intacta. Este año incluso ayudó a recoger las patatas. 

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