Y Saavedra fue un clamor

Los romeros de Saavedra y un puesto de rosquillas. (Foto: N.Rodríguez)
photo_camera Los romeros de Saavedra y un puesto de rosquillas. (Foto: N.Rodríguez)

Si alguien que no supiera lo que es la romería de la Virxe dos Milagres de Saavedra la viese por primera vez, se sorprendería, tanto de la multitud de devotos que no quieren perderse el día grande de la fiesta, pese a ser un día laborable, como de la multitud de puestos y tiendas que complementan este tipo de citas religiosas en los tiempos modernos.

Los que está claro es que el santuario begontino deja una marca indeleble a quien pasa por él. Es inevitable fijar la vista en aquellas personas que con auténtica devoción religiosa piden a la Virgen aquello que le da nombre, un milagro o respetar una larga cola para acceder al interior del templo y vivir la misa de primera mano -también se escucha por los altavoces, pero no es lo mismo- o para la imposición del santo.

Y al lado de las muestras de cristianismo, la vertiente comercial, los puestos de los más diversos artículos, ya sean gastronómicos, lúdicos o religiosos. En este apartado la variedad es cuanto menos, asombrosa. Por poner un ejemplo, hay velas de todos los colores y formas inimaginables para pedir por todo aquello que uno pueda desear.

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