En el Xeral de Santiago ya solo quedan cuatro gatos

El hospital abandonado será fumigado en las próximas horas, pero en su interior permanece un grupo de felinos que se resiste a marcharse. Sus cuidadores piden "más tiempo"

 

Geíño
photo_camera Geíño, el más veterano de la colonia. EP

Fue hospital de los compostelanos durante medio siglo y ahora se postula para una nueva vida como geriátrico, residencia universitaria o incluso hotel de lujo, entre otros usos. Entretanto, encadena dos décadas cerrado a cal y canto desde que sus últimos pacientes fueron desalojados rumbo a su sustituto, el entonces flamante Chus. Pero, pese a pasar del bullicio diario de ambulancias, consultas y quirófanos al más sepulcral de los silencios, el antiguo Hospital Xeral de Galicia no perdió todo rastro de vida: solo mudó la humana por la felina.

20180228_171732El otrora centro de salud de referencia en la comunidad, situado en el compostelano barrio de Galeras, pasó su última consulta en 1999 y desde entonces su salud no ha hecho más que empeorar. Condenado a un abandono absoluto, ni siquiera ha recibido cuidados paliativos en forma de obras de mantenimiento y su aspecto, tanto por dentro como por fuera, dista mucho del que lucía cuando por sus puertas pasaban miles de personas cada día.

El vandalismo se cebó con el mobiliario y los artilugios médicos —arcaicos aparejos de hierro comparados con los gadgets sanitarios actuales—, que fueron abandonados en las instalaciones. En la fachada y los exteriores, el verde de la vegetación le ha ido comiendo terreno al gris del cemento, esbozando un hábitat ideal gatuno.

Una colonia de felinos hizo suyo el antiguo hospital a los pocos meses de su cierre, y algunos han pasado toda su vida allí. El más veterano de la veintena que  ‘residía’ en los últimos tiempos en el inmueble es Geíño, con una década de vida. Los vecinos y comerciantes de la zona, muy implicados desde un principio en el cuidado de los animales, lo vieron nacer, crecer y, ahora, temen verlo morir.

Y es que el edificio está siendo adecentado estos días por sus propietarios, los socios de la inmobiliaria gallega Asteriscos Real Estate S.L., quienes tras adquirirlo a la USC hace un año por algo más de 7 millones de euros buscan ahora ‘colocarlo’ en el mercado, conscientes de que su estado ahuyenta a potenciales compradores. Los operarios lo están apuntalando y, de forma inminente, lo fumigarán para desinfectarlo de ratas, pulgas y otros seres que comparten espacio con los mininos, que en su mayoría han sido retirados del edificio a excepción de cuatro, entre los que se encuentra Geíño.

Los cuidadores comparan la muerte por "gaseado" de lo gatos en caso de que sigan dentro con la de los judíos en campos de exterminio
 

Estos gatos que se han resistido a abandonar su hogar —que según los cuidadores de la colonia son hermanos— han pasado a representar, sin quererlo, un quebradero de cabeza para el Concello de Santiago —que por ley es su dueño— y para la empresa titular del antiguo Xeral.

No obstante, quienes más sufren son los cuidadores. Algunos llevan "varias noches sin dormir" pensando en el incierto futuro que les espera a los cuatro gatos que ya consideran sus mascotas. Es el caso de Carmen Nores, portavoz de la asociación 3PA, dedicada a velar por el bienestar de los felinos. Contó ayer a AGN que cuando se enteraron, "por vía del Ayuntamiento", de las labores de desinfección en el edificio, procedieron, "con la ayuda de los obreros, los únicos autorizados a entrar en la propiedad", a capturar los animales y trasladarlos provisionalmente al Refuxio de Bande.

"El edificio ya lo iban a tapiar para gasearlo hace una semana, pero nos dieron siete días más de plazo para salvar los mininos", explica. Una semana de arduo trabajo que culminó con éxito en el caso de 15 de los mininos, pero no con Geíño y tres hermanos suyos. Los operarios lo intentaron todo: jaulas, cebos, redes... Pero ni con esas. Son muy escurridizos y, al cierre de esta edición, permanecían dentro de alguno de los nueve niveles del edificio —de siete plantas y dos sótanos—.

TEMOR AL "GASEADO". El tiempo se acaba y ayer mismo deberían haber empezado los trabajos de tapiado, algo que los cuidadores de los felinos, apoyados por asociaciones animalistas, impidieron apostados ante el edificio. "Antes tenemos que sacar a los cuatro de dentro", proclamaba Nores, que pide "otra semana" de moratoria para su propósito.

Prefiere no pensar en lo que puede pasar si Geíño y los suyos están dentro cuando fumiguen. Se angustia y un compañero suyo, que prefiere no desvelar su identidad, lo explica: "Van a gasear el edificio con pesticidas muy tóxicos, que a los gatos les producirían espasmos, convulsiones y, finalmente, una muerte dolorosa", que compara con la de los "judíos en los campos de concentración nazis".

Por ello llaman al alcalde Martiño Noriega a "que intervenga, como dueño de los gatos que es". También se dirigen a la inmobiliaria propietaria del viejo hospital. "¿Valen más las pérdidas económicas por atrasar los trabajos una semana o la vida de cuatro seres vivos?", se preguntan.

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