El violador de Augas Férreas se enfrenta a once años de prisión

El juicio se celebrará el lunes y el martes próximos en la Audiencia Provincial de Lugo por una agresión sexual y una tentativa
El violador de Augas Férreas, tras su detención en Benidorm. EP
photo_camera El violador de Augas Férreas, tras su detención en Benidorm. EP

En otoño de 2016 se vivió un clima de psicosis en un edificio de Augas Férreas, tras ser una vecina víctima de una agresión sexual y otra mujer de una tentativa. Agentes de la Policía Nacional de paisano vigilaron la zona ante el temor de que se produjesen más casos. El presunto autor, que conocía perfectamente los recovecos de ese inmueble porque se había encargado de la instalación en él de la fibra óptica, era detenido dos años después en Benidorm (Alicante).

El lunes y el martes próximos se celebrará el juicio en la Audiencia Provincial de Lugo contra el acusado, un ciudadano búlgaro, de 28 años de edad y sin antecedentes penales, que reside en España desde los diez años.

La Fiscalía solicita diez años de prisión por un delito de agresión sexual y un año más por otro en grado de tentativa. Pide también que no se pueda acercar a la primera víctima a menos de 500 metros durante 15 años y a la otra durante tres. Además reclama que se le aplique la medida de libertad vigilada durante ocho años una vez que salga de la cárcel.

En la madrugada del 30 de septiembre el acusado, que estaba escondido en el portal, asaltó a una vecina, a la que condujo al cuarto de contadores, tras introducir en el ascensor la numeración secreta para poder bajar al sótano, que conocía a raíz de la instalación que había hecho en el inmueble. Él llevaba parte del rostro cubierto con una braga y obligó a la víctima, a la que amenazó diciéndole "cállate o te mato", a realizarle una felación.

Tres semanas después, casi a la misma hora, en torno a las cinco de la madrugada, y en el mismo edificio asaltó a otra vecina. También llevaba el rostro cubierto en parte con una prenda íntima femenina. Pero en este caso no consiguió consumar la agresión sexual porque la mujer comenzó a pedir ayuda a su marido, que se encontraba en casa, y el asaltante, que se había sacado el pene del pantalón, huyó al temer que le pudiesen descubrir.