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Villares ya es un referente en la práctica

EL CONSELLO das Mareas se reunido el domingo por la tarde en Santiago confirmó dos cosas: que el liderazgo de Luís Villares era la opción natural,  preferente y mayoritaria -aunque no totalitaria- de la dirección y que hay una fractura interna que puede ser peligrosa para el partido instrumental. 

Los 35 integrantes del consello tenían que elegir a 11 de ellos para integrar en la coordinadora que llevará las riendas en el día a día y, entre ellos, a uno o varios portavoces que se encargarán de dar la cara y transmitir el mensaje de la formación de aquí hasta las elecciones municipales de 2019, que serán las que calibren el estado de salud del proyecto de unidad. En realidad ya lo tenían que haber hecho allá por enero, pero no pudo ser porque en todo este tiempo faltó acuerdo sobre dos aspectos claves: la proporción a la hora de repartir esos 11 puestos de la coordinadora entre las tres listas que se presentaron a las primarias internas atendiendo a sus resultados, por un lado; y la portavocía, por el otro.

Un grupo que orbita alrededor de movimientos municipales como Marea Atlántica y Ourense en Común, arropado EU y por versos sueltos dentro de Podemos, ya dejó claro su veto al lucense como referente orgánico, aludiendo al principio de coralidad: repartir juego entre más gente en lugar de acumular cargos. Son ellos los que proponían un reparto de la coordinadora en la que la lista ganadora de las primarias —la que firmó un documento que veta a Villares para portavoz— estuviera sobrerrepresentada y las otras dos —que sí avalan al lucense— infrarrepresentadas, hasta el punto de proponer un reparto de 9-1-1 o 8-2-1. De esa forma pensaban que podrían limitar el poder del actual portavoz parlamentario. 

Sin embargo, se demostró que en política las teorías que se trazan sobre el papel no siempre funcionan. En este caso, porque la referencialidad de un político en un proyecto se gana con sus actos en el día a día y no con lo que ponga un documento interno. Y Villares ya lo ha conseguido, por mucho que les pese a algunos. Será un liderazgo más o menos sólido, pero realmente la suya es la figura que la sociedad asocia a En Marea y contra eso es difícil luchar. Él sabía que afrontaba en situación de mayoría la reunión del Consello das Mareas y que en caso de votar ganaría, como finalmente ocurrió. Ya pudo ser portavoz antes, pero si no forzó la situación durante este tiempo fue por su empeño -casi personal- en buscar un consenso que impidiese lo que finalmente fue inevitable: que el Consello das Mareas acabase con la imagen de vencedores y vencidos.


*Este texto fue publicado en la edición impresa de El Progreso y El Diario de Pontevedra el domingo 2 de abril de 2017 y actualizado el lunes 3 de abril

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