Vilalba cumplió su ritual del capón en una feria rápida

Aspecto de la feria. EFE/Eliseo Trigo
photo_camera Aspecto de la feria. EFE/Eliseo Trigo

La localidad lucense de Vilalba revivió un año más la tradicional feria de los capones, a la que llegaron unos 800 ejemplares -otros 1.000 se comercializaron previamente- que, debido a la afluencia de público, se vendieron muy pronto con precios que oscilaron entre los 80 y 100 euros la pieza.

A las 08:00 de la mañana centenares de cestas de mimbre esperaban repletas de capones a que apareciera un comprador aunque, cuando poco después se abrió el mercado, los capones "se despacharon con un ritmo frenético", tal y como resaltó a Efe el gerente de la asociación de criadores, Gonzalo Hermida.

Aurora, de Oleiros, se llevó el reconocimiento como "mejor criadora"; Milagros, de Distriz, se mostró orgullosa con el distintivo del premio al "mejor par"; y Oliva, de Goiriz, presumió de tener "la mejor cesta".

Con la misma rapidez que se producían las transacciones, una empresa de mensajería empaquetaba capones para medio mundo, ya que es un producto que muy pocas veces degusta quien lo compra, porque la mayor parte llega a sus destinatarios a modo de regalo.

Es el caso del cardenal Rouco Varela, el senador Manuel Fraga, el pregonero de las fiestas de San Ramón, en este caso José Luis Novo Cazón, el presidente de Caixa Rural Galega, José María Pardo Montero o el conselleiro de Medio Rural, Samuel Juárez, que, en unos casos por ser vilalbeses ilustres y en otros por su colaboración con la feria, reciben un par de capones.

De hecho, ya en la Edad Media el capón se utilizaba como elemento de pago de foros o rentas, y aún en la actualidad dos vecinos de Vilalba sufragan su renta con la entrega de capones.

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