Unas 170.000 personas abarrotaron la ciudad el Domingo das Mozas

Después de la tregua meteorológica del sábado, miles de lucenses y visitantes decidieron obviar las previsiones del tiempo a nivel estatal y hacer caso de lo que veían por la ventana. Sólo hizo falta un clima agradable para que, al fin, se abarrotasen las calles de la ciudad como es habitual. El Concello, según datos de Protección Civil, calcula que fueron 170.000 las personas que disfrutaron ayer de las fiestas en uno de sus días grandes.

El alcalde, José López Orozco, lo decía por la mañana: «Onte pola noite non se podía andar pola rúa». Si el sábado noche fue para los jóvenes, de edad y de espíritu, el domingo fue para las familias. Desde la mañana, el ferial lucía lleno y con barracas y puestos a pleno rendimiento, de forma que, a medida que avanzaba el día, se hacía difícil caminar con normalidad y, llegada la hora de comer, era preciso hacer cola para cualquier atracción y pasear en procesión en casi cualquier punto del centro. La Rúa Nova, atestada de locales y turistas, presentaba un aspecto parecido al del sábado noche.

Precisamente, el sábado y ayer otra vez fueron las jornadas en la que más manteros se dejaron ver, tanto en la Rúa Nova, como en el resto de calles peatonales del centro. De hecho, llegaron a situarse también en zonas más alejadas, dado que los puntos estratégicos estaban ya ocupados desde por la mañana. Este fenómeno de despliegue de mercancía en el suelo también contribuye a dar sensación de abarrote en determinados lugares. Por ejemplo, en la calle de los vinos es preciso que la gente camine haciendo cola dada la estrechez de la calle al estar ocupada por las mantas.

De igual forma, en distintos puntos de Ramón Ferreiro era preciso caminar por la calzada, ya que la acera estaba ocupada por mercancía. Pese a que el pacto de no agresión del Concello se centraba en la venta alejada del ferial, lo cierto es que los puntos más disputados fueron, al igual que el resto de las jornadas festivas, los más céntricos, como el tramo peatonal de la muralla.

Gorrillas

Otro fenómeno, generalmente circunscrito a una zona concreta de la ciudad, la del hospital, también se reprodujo ayer en otras áreas. Los gorrillas cobraron por la supuesta vigilancia que ejercen en los vehículos estacionados en las zonas públicas de aparcamiento que hay detrás de algunos edificios de Ramón Ferreiro.

La Policía Local dijo ayer, a través de su portavoz, que no recibió denuncia alguna al respecto, al igual que aseguró que, con lentitud, el tráfico discurrió con normalidad toda la jornada. Sí se produjeron retenciones y se circuló despacio en todas las entradas de la ciudad y muy especialmente a medida que iba avanzando el día y se acercaba la hora de la comida. El de ayer fue un día de muchos almuerzos familiares y jornada de trabajo entregado en las casetas, donde pulpeiras y hosteleros no daban abasto para atender a todos.

También la carpa de Artesanfroilán, donde más de cien profesionales de España y Portugal muestran sus trabajos, tuvo una jornada muy concurrida. La muestra acogerá hoy la entrega del premio al mejor expositor de esta decimocuarta edición.

Por su parte, la carpa de SanFroilanciño también contó con muchos asistentes. La que ha sido la salvación de muchos padres en días de San Froilán con lluvia no se quedó vacía pese a que el tiempo acompañaba para pasear y fueron numerosos los chavales que cambiaron las atracciones por los títeres, aunque fuera por un rato.

Pese a los datos oficiales de visitantes y al abarrote evidente en las calles del centro, muchos lucenses estimaron que este Domingo das Mozas reunió menos gente que la misma fecha en años anteriores y que, aunque con dificultad en algunos casos, fue posible pasear por el ferial con más facilidad que en fiestas pasadas.

NEGOCIO

  • Día laborable para algunos comercios. Pese a ser domingo, algunos comercios decidieron abrir para aprovechar el tirón de una jornada festiva soleada. En el centro se pudo ver algún establecimiento de lotería despachando. Sin embargo, la apertura resultó minoritaria, lo que benefició a los puestos del ferial y a los manteros, que ayer tuvieron una jornada fuerte de trabajo.
  • Siempre pulpo. De nuevo fue necesario hacer cola en las casetas si se quería disfrutar de la comida más típica en el lugar más típico. De igual forma, los restaurantes, incluidos aquellas zonas que se improvisan para las fiestas, lucieron llenos.

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