Una voluntad de oro

Adiaratou Iglesias nació con albinismo, un trastorno congénito que ha reducido su capacidad visual a un 21% y que en su país de origen, Mali, es una condena social. Nada de eso la ha frenado y hoy es una promesa del atletismo y uno de los veinte alumnos gallegos a los que la Xunta ha dado un Premio ao Esforzo e a Superación en ESO
 

Adiaratou Iglesias, en el IES Ollos Grandes. SEBAS SENANDE
photo_camera Adiaratou Iglesias, en el IES Ollos Grandes. SEBAS SENANDE

LA ESCALINATA de entrada al IES Ollos Grandes tiene siete peldaños. Cientos de alumnos y profesores los habrán subido millones de veces sin percatarse, pero Adiaratou Iglesias Forneiro lo sabe desde el primer día. Ese y otros trucos similares le permiten manejarse con la soltura de una vidente absoluta, a pesar de tener una discapacidad visual reconocida del 79%. Asombra verla, igual que asombra conocer su historia porque su problema de visión es solo uno de los obstáculos que le han tocado. Pero Adiaratou los ha ido superando como la atleta que es. Se le nota en su cuerpo, ágil y fibroso y, sobre todo, en su espíritu, tenaz y flexible.

Adi, como la llaman cariñosamente, nació hace diecinueve años en Bamako (Mali). Mujer y albina, una combinación que en su país de origen condiciona la existencia más que cualquier patología visual. "En mi país, los albinos están en peligro porque es como un signo de mala suerte", dice Adiaratou, que conoce el riesgo asociado a su condición solo de oídas porque su familia "intentó siempre que no saliera del barrio porque allí me conocían todos, no había peligro" y no es "consciente de haberlo pasado mal". Fuera de esa zona segura, podía suceder que la escupieran por la calle, en el mejor de los casos, o que la secuestraran y la mataran.

El albinismo no solo conlleva una tez extremadamente blanca y el pelo como un campo de trigo, sino también la despigmentación del ojo, lo que causa pérdida de visión. Adiaratou considera que su problema oftalmológico es "importante, pero no grave" porque "se ha bloqueado y no va a ir a peor". A mucha gente tener solo el 21% de la visión le podría parecer grave, pero Adiaratou relativiza: "Tengo amigos en los que es un proceso degenerativo y no va a parar", argumenta. Ella, que tuvo sus primeras gafas con 11 años -aunque seguramente las necesitaba mucho antes-, no sabe si alguna vez vio bien, así que supone que el déficit visual debe de estar ahí desde el nacimiento. "Supongo que lo tuve desde pequeña y quizá fue a peor, pero no era consciente", explica. Simplemente, se adaptó a sus condiciones.

Ahora está acabando los exámenes de la primera evaluación de 1º de BAC y se siente entre agotada y desencantada, pero optimista

Además del estigma del albinismo, Adi tiene claro lo que significaría quedarse en Mali: "Al tener la primera regla me habrían casado con alguien que me doblaría la edad". Pero tuvo la suerte de irse antes. Dice que siempre fue demasiado abierta y rebelde para una sociedad como la maliense. Quería venir a Europa, donde su piel blanca y su cabello rubio no serían excepción y, con once años, su familia la envió a vivir con un pariente en La Rioja. Las cosas no marcharon bien y acabó en un centro de menores. De nuevo, se adaptó a todo.

IDIOMA. "El castellano no me costó mucho", dice en un nivel de hablante nativo Adi, cuyo primera lengua era el bambara y fue alfabetizada en francés. "Tenía interés y aprendí muy rápido. ¡Hasta me sorprendo yo!", ríe. Llegó al final del año académico y la pusieron tres cursos por debajo de lo que le correspondía por edad. Las pocas semanas que quedaban le sirvieron para adaptarse y aprender el idioma. "El segundo año ya sabía manejarme y seguía la clase", recuerda, pero sin ningún tipo de adaptación por su problema visual. "Tenía los mismos libros que el resto", dice.

En La Rioja estuvo tres años. Hasta que fue adoptada y se vino a vivir a Lugo. Ese fue otro gran giro en la vida de Adiaratou. En el Ollos Grandes comenzó la secundaria y ahí sí que empezaron a prestarle atención a sus dificultades. "Esta madre maravillosa que tengo intentó que las cosas me fueran más fáciles", dice Adiaratou refiriéndose a Lina Iglesias Forneiro, quien puso en su camino todos los recursos a su alcance, desde inscribirla en cursos de técnicas de estudio y de comprensión lectora o algún refuerzo de Matemáticas cuando fue necesario hasta seguir estrechamente con el centro la evolución y las necesidades de Adi o llevarla a la Once. Allí, desde hace cuatro años, tiene una tutora que, entre otras cosas, le proporciona herramientas, como programas para ampliar los textos.

A Adiaratou le gustaría estudiar Fisioterapia o, en su defecto, Psicología Deportiva

"Este curso y el anterior tuve más problemas con la fatiga visual y tuvimos que pedir libros digitales", explica, aunque no todo el material está disponible en este formato y entonces tienen que ampliar e imprimir en A3. Entre todos los condicionantes que supone el albinismo ocular, el nistagmus es el que más complicaciones conlleva. Supone el movimiento involuntario y continuo de los ojos, de modo que focalizar es imposible y causa una enorme fatiga. Adi hace parecer todo fácil, pero no lo es en absoluto. Estudiar le cuesta mucho más tiempo y esfuerzo que a una persona con visión completa. Aún así, exprime el tiempo para no abandonar su pasión: el atletismo, al que dedica dos horas diarias. Para poder con todo, muchos días se levanta a las seis de la mañana y ha aprendido a estudiar en cualquier tiempo muerto.

Con todo, la adaptación no fue fácil. La Adiaratou que llegó a Lugo era una adolescente en un mundo nuevo, dos circunstancias de por sí complicadas. "Fue todo un proceso. Al principio me costó hacer amigos, estaba en mi mundo, la gente me miraba, yo era muy diferente y mayor que todos mis compañeros y supongo que debía de dar un poco de miedo, pero fui consiguiendo hacer amigos y los mantengo". Ahora todo el mundo la conoce y la aprecia. Mientras habla, su profesora de Latín se para a su lado para decir algo que luego volverán a repetir otros docentes: "Es un ejemplo para todos. Tiene mucho mérito". Adi y su madre están muy agradecidas al instituto y al equipo específico de la Jefatura Territorial de Educación por lo que las han ayudado.

Ahora está acabando los exámenes de la primera evaluación de 1º de BAC y se siente entre agotada y desencantada, pero optimista. "Me gustaría llevarlo bien, pero me cuesta. Todo el mundo te dice que primero es más difícil, pero al principio no eres consciente, vas como en cuarto y luego se te acumula todo", cuenta, a lo que hay que sumar algunos problemas que ha tenido con el ordenador. "Esta evaluación irá por encima y llegarán notas que no me encantarán, pero espero que la próxima sea más fácil", confía.

A Adiaratou le gustaría estudiar Fisioterapia o, en su defecto, Psicología Deportiva. Dice que no haber tenido una buena base desde el principio en Matemáticas la hizo desistir de elegir el Bachillerato de Ciencias y optó por Humanidades, con intención de cursar luego un ciclo de FP que la conduzca a ese grado. También se propone ir ganando toda la autonomía posible, una meta que, a la vista de su historia, no parece nueva. "Este año ya le dije a mi madre que todas las gestiones las voy a hacer yo", dice, decidida y sonriente.