Una pérdida de tiempo

Riazor vivió un derbi con poco fútbol y menos polémica, aunque algún pequeño sector de la afición herculina se empeñe en buscarla
Aficionados del CD Lugo y del Depor, en Riazor. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Aficionados del CD Lugo y del Dépor, en Riazor. VICTORIA RODRÍGUEZ

Un Dépor-Lugo en Riazor daría para hacer un buen trabajo de campo con el que trazar un estudio antropológico y social del norte de Galicia. En las gradas del estadio se citan coruñeses y lucenses, coruñeses hijos de lucenses, lucenses que pasan por A Coruña, coruñeses que hasta hace poco no sabían que en Lugo había un equipo de fútbol, lucenses que sí lo sabían pero no encontraban el camino al Ángel Carro, coruñeses que no soportan ver a su equipo en Segunda, lucenses que sueñan con verlo allí toda la vida, coruñeses que añoran los tiempos en que le birlaban títulos a Real Madrid y Barça, lucenses que no soportaban ver a sus vecinos levantar copas, y coruñeses y lucenses que han compartido alguna copa por el Orzán o la calle de los vinos.

Los años de fútbol de Dépor y Lugo no han dado para establecer una rivalidad. Esto es fútbol, y basta que una pelota ruede para que cada uno defienda lo suyo, pero aunque haya quien lo intenta, la cosa no da para más. Se demostró ayer en Riazor, donde un reducido grupo de aficionados del Deportivo cantó en un momento aquello de "es una aldea, Lugo es una aldea"… al momento fueron silenciados por aficionados coruñeses, tal vez hijos de lucenses, tal vez nostálgicos de los tiempos en que tuteaban a Madrid y Barcelona, a buen seguro gente que no le da importancia a lo que pueda escribir en las redes sociales un chaval para hacerse el valiente desde su habitación, mientras su madre le prepara su plato de salchichas con patatas fritas y kétchup.

Fue en internet donde nació la polémica de moda en Riazor cada vez que se cruza por allí el Lugo. Todo surgió en un partido entre ambos en el que los rojiblancos, con un marcador que les venía bien, recurrieron al noble o despreciable arte, según se mire, de perder tiempo. Aquello dolió en el lado blanquiazul, como ha pasado toda la vida. Antes bastaba con dormir para que pasara el cabreo, pero ahora, con las redes sociales, todo se amplifica hasta niveles que rayan con el surrealismo. Twitter se calentó con el tema y ahora, para un sector de Riazor, todo lo que no sea ver a un jugador del Lugo correr hacia la portería contraria es sinónimo de pérdida de tiempo. Cómo si eso no se llevase haciendo toda la vida, hasta en el Santiago Bernabéu para ganar una Copa del Rey un día de 2002 en el que el Madrid cumplía cien años. Aquello lo vio todo el mundo, coruñeses, lucenses, coruñeses hijos del lucenses, lucenses que aquel día vestían de blanquiazul, coruñeses que no sabían que en Lugo había un equipo de fútbol y que ahora ven a su Dépor inmerso en batallas con menos glamour. Y así se podría estar un buen rato, dando vueltas sin llegar a ningún lado. No merece la pena buscar polémica donde no la hay. Sería una pérdida de tiempo.

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