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Una moda estúpida

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photo_camera Protesta sensata. ADRA PALLÓN
El otro día aproveché el viaje en coche hasta casa para hacer una manifestación; ilegal, porque no la convoqué con antelación, pero totalmente inofensiva. Ni un bocinazo di. Fue una protesta tranquila, civilizada, ejemplar. No hizo falta ni que apareciesen por allí las fuerzas de seguridad y tampoco hubo polémica a la hora de contabilizar los asistentes. Los datos que aportó la organización fueron totalmente fiables: uno, yo. Faltaron también las banderas y los lazos que tanto colorido dieron a las manifestaciones que, en plena pandemia, pidieron la salida del Gobierno, la derogación de la ley Celaá o la permanencia del Dépor. Esas sí que hacen ruido y salen en la televisión, no como las protestas del personal sanitario para pedir refuerzos, contratos estables y sueldos dignos, que consisten en concentraciones de cinco minutos a las puertas de los hospitales. Me pregunto por qué no caen en la moda de subirse al coche a dar bocinazos un domingo por la mañana y caigo en la cuenta de que seguimos en plena pandemia y que ellos son lo que mejor lo saben. Vayan desde aquí mis disculpas por la manifestación que organicé el otro día. Espero que sea la última vez que participo en una moda estúpida.

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