Opinión

Un valor que queda atrás

HACE UNOS días pasé un par de horas en una sala de espera. Las esperas son siempre una pérdida de tiempo absoluto, pero hay circunstancias que las hacen inevitables. En todo ese tiempo debieron pasar por allí más de una docena de personas. De ellas, solo una pronunció un tímido: «Buenas tardes». El resto, ni esta boca es mía. ¿Ya no queda nada de la educación que nos dieron nuestros padres? Ser sociable no tiene que ser una cualidad de toda la raza humana. Sin embargo, la educación debería serlo. Pues no. Ya no está de moda. Desde niña me enseñaron a saludar al entrar en un lugar. No es necesario iniciar una conversación de media hora. Un breve saludo es suficiente, pero habría que ser educado y decir algo. ¿Se imaginan entrar en un ascensor, encontrarse con alguien y no decir nada? Que también pasa. Resulta hasta violento. Un saludo no cuesta nada, pero parece que eso es ya una vieja costumbre que nadie practica. Porque no es cosa de que los jóvenes dejaran de hacerlo, es que ya todo el mundo pasa de todo el mundo. Será cosa de esta sociedad deshumanizada a la que parece que estamos abocados y en la que nada es más importante que el propio ombligo.

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