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Un relato para Alcoa y Ence

Falta sosiego y sobra vehemencia en dos crisis industriales en las que Galicia se juega mucho

Vista de las instalaciones de la fábrica de aluminio de la empresa Alcoa en San Cibrao. ELISEO TRIGO (EFE)
photo_camera Vista de las instalaciones de la fábrica de aluminio de la empresa Alcoa en San Cibrao. ELISEO TRIGO (EFE)

CONSTRUIR un relato sólido en torno al calado de la crisis de la gran industria en Galicia a una semana del inicio de la campaña electoral de las generales requiere un ejercicio de aproximación desapasionado, sin vehemencia. Difícil en tiempo de descuento. También es necesario algo de contexto, situar el problema en su momento y lugar. Y mirar hacia atrás, para entender cómo hemos llegado a esta situación. Por motivos bien distintos, y con perfiles que muy poco tienen que ver, dos son las grandes empresas que en este momento están en la diana y cuyos problemas emergen sobre cualquier otro: Alcoa y Ence.

Es la historia lo poco que une a estas dos compañías, hoy multinacionales en lo suyo, el aluminio y la celulosa y la energía. Si hay un denominador común entre ambas es precisamente su origen: el sector público. Ambas pertenecieron al Estado, y fueron impulsadas en su día por el antiguo Instituto Nacional de Industria, hoy una SEPI de mucha menor dimensión que antaño, cuando la palanca del Estado estaba en todas partes. Sus inicios datan del principio (caso de Ence) y final (orígenes de Inespal) del desarrollismo franquista. Y sus procesos de privatización, que no fueron parejos, ya que Ence comenzó a cotizar en Bolsa en los ochenta, sí culminaron en los mismos años, entre finales de los noventa y principios de 2000, con Aznar plácidamente instalado en La Moncloa pero con prisas para sanear las arcas públicas.

Ence y Alcoa tienen algo más en común. Por sus dimensiones, los empleos que generan y sus clústers de proveedores, son determinantes allí donde están instaladas, en los entornos de Lourizán y San Cibrao, sobre todo. Su influencia va mucho más allá debido precisamente a la debilidad del tejido industrial gallego, sin grandes referentes, con escasas empresas que se puedan considerar tractoras y tiren de las auxiliares. Poco más les une. Sus centros de decisión están lejos de Galicia: Pittsburgh (Pensilvania) en el caso de Alcoa, y Madrid, para Ence. Sin embargo, su historia y su tamaño, medido en empleos y fábricas, hacen que sean consideradas como uno más entre las grandes empresas gallegas. Hasta aquí, lo que les une. Porque la situación que atraviesan ahora presenta génesis, protagonistas y problemas distintos. Vayamos por partes.

Llegados a este punto en San Cibrao y A Coruña, la única solución para Alcoa pasa por un movimiento final por parte del Gobierno de Sánchez, recogiendo el guante lanzado por la Xunta con las alegaciones al nuevo estatuto de la industria electrointensiva, porque desde San Caetano han jugado con una baza, el apoyo de otros grandes consumidores industriales gallegos, y eso tiene su peso. Ya se está abriendo la puerta en Madrid a lo que se entiende por consumidor hiperelectrointensivo, traje a medida para la multinacional diseñado y consensuado desde Economía. Todo parece indicar que habrá un gesto final, en cuestión de días, pese al enfado con la cúpula del grupo aluminero. La fiscalidad no se tocará.

En todo este lío de Alcoa hay alguna certeza, pese a tanto cenizo. Por ejemplo, la planta de A Coruña, en una agónica contrarreloj, tiene ofertas firmes sobre la mesa. Seis grupos se interesan por la fábrica, que no necesariamente será adquirida junto con Avilés por un mismo comprador. Viejos conocidos (caso de Aludium-Atlas), temidos fondos de inversión (Quantum o Sherpa Capital) que solo miran la cuenta de resultados y empresas del sector (Liberty House Group o la andaluza Cunext) se han presentado a un proceso que capitanea con celo Alcoa, al margen de Xunta y Gobierno, a su pesar.

Bien distinta es la situación en Pontevedra y Ence. Un auténtico callejón con muy pocas salidas en el que está la compañía de Juan Luis Arregui. Por una razón, será un juez de la Audiencia Nacional quien dirima la legalidad de la prórroga de la concesión, en una decisión, la del Gobierno y el abogado del Estado de allanarse en el proceso, que todavía no ha sido bien explicada desde una perspectiva política, que en este caso sí que es inductora de la crisis actual.

Ni siquiera los socialistas gallegos tienen en estos momentos un único discurso sobre el conflicto generado en Placeres. Saben mejor que nadie que esa apuesta siempre intermedia que es buscar otro emplazamiento para la fábrica es irrealizable. Y no solo porque supondría desmantelar una instalación y levantar otra, con sus costes, sino porque el grupo ya ha anunciado que pondrá tierra de por medio en sus nuevas inversiones. Crear ahora una mesa de negociación, como propone el PSdeG, parece una iniciativa , como mínimo, a destiempo. Falta un final para el relato de Alcoa y Ence. Y llegará después de las elecciones.

Lo que dicen los indicadores adelantados

ESTO no va de bolas de cristal. Sin embargo, existen determinados indicadores económicos, que se definen como adelantados, que ayudan a aproximarse a lo que va a venir. Marcan una tendencia que suele confirmarse. Sucede con el consumo de cemento, para situar la previsible evolución de la construcción. Otro tanto pasa con las matriculaciones de vehículos, con la demanda eléctrica por parte de la industria o con los índices de confianza empresarial. ¿Y qué nos dicen actualmente los indicadores adelantados ante esos nubarrores que muchas instituciones colocan encima de la economía española y gallega en los próximos meses? Pues hay de todo, pero poco bueno.

El consumo de cemento, por ejemplo, crecerá este año entre el 3% y el 6%, lo que supone una nueva ralentización, después de haberse limitado su incremento al 8% el año pasado. Otro indicador adelantado: el consumo de electricidad de la industria registró un desplome del 5,2% durante febrero, el último con datos, según Red Eléctrica. Si vemos el último año natural, desde marzo de 2018, su demanda experimenta una reducción del 2,8%. Inquietante.

Hay más. Las matriculaciones de vehículos llevan siete meses a la baja, también en Galicia. Suben los gasolina y bajan las matriculaciones de diésel, lo que dice mucho de esa externalidad que suponen las advertencias del Gobierno sobre los días contados para los combustibles contaminantes.

Para conocer como irán las exportaciones gallegas, con la UE como gran cliente, resulta clave chequear la evolución de países como Francia y Alemania. Y ambas economías están en horas muy bajas. Feo, feo.

La apuesta por unas elecciones de una vez en la patronal
ANTONIO Fontenla, que ejerce actualmente de portavoz de los empresarios en calidad de vicepresidente más veterano, está de salida. Él mismo lo reconoce. No tiene ningún interés en volver al puesto y se conforma con llevar el timón en A Coruña. A nadie se le oculta tampoco que Fontenla no es en absoluto del agrado de los empresarios de Pontevedra, empezando por su presidente. Jorge Cebreiros acaba de renovar el cargo, sin rivales para dirigir la patronal provincial hasta 2022. Hasta aquí, las cartas, que todos conocemos. Y, ahora, el nuevo lío. Un comité de la patronal gallega al que no acudió Pontevedra ha convocado elecciones para el próximo 19 de septiembre. Parece un tiempo más que razonble, teniendo en cuenta además que las elecciones en Ourense, ahora sin presidente, tocan en junio. Sin embargo, la convocatoria electoral ha sido impugnada. Otra vez lío. Los palos de nuevo en las ruedas. Esto es una pesadilla.

 

El triste liderazgo de As Pontes en la despedida de Endesa
DIEZ años ha permanecido Borja Prado en la presidencia de Endesa, cargo que está a punto dejar para ser sustituido por el catedrático Juan Sánchez Calero, bregado mercantilista. Sin embargo, poco o nada cambiará en Endesa con el relevo, ya que el consejero delegado, José Bogas, retiene el poder ejecutivo. A buen seguro, nada hará cambiar tampoco un triste récord que tiene la compañía eléctrica en Galicia. As Pontes se encuentra entre las treinta fábricas más contaminantes de Europa. Lo dice un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, que sitúa la central térmica gallega como el decimoséptimo mayor centro de contaminación atmosférica de toda Europa y primero de España. Triste liderazgo: As Pontes emitió casi ocho millones de toneladas de CO2 a la atmósfera el año pasado, superando con holgura a sus rivales. Y nada va a cambiar.

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