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Un póquer con Trump

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Ni una semana le ha durado el gas al 2021. Aún luchamos por olvidar el eco de las campanadas de 2020 cuando Estados Unidos nos recuerda que todo puede ir a peor, hacia atrás, muy hacia atrás, hasta el tiempo en que nos vestíamos con pieles y adornábamos la cabeza con cuernos de búfalo. Desde su búnker de mármol, barras y estrellas, con el mando de la play en la mano, Donald Trump nos dice que el mundo que lidera, aquel en que la verdad solo lo es cuando le sonríe, ha venido para quedarse. ¿Tienes cuatro ases? No me lo creo. ¿Me los enseñas? A saber de dónde los has sacado. ¿Has ganado unas elecciones? El recuento ha sido fraudulento... y así hasta reírse a la cara de una democracia a la que intentará derrotar dentro de cuatro años. Porque volverá a probar. Cuando una trampa te sale bien es muy difícil dejar de hacerla. Y a Trump, aunque ahora tenga que abandonar la Casa Blanca, le funcionan. Cuesta creerlo, porque son trucos simples y ni se esconde para hacerlos. Algunos parecen ideados por niños de 6 años, pero ahí están, a la vista de todos. Por eso cada vez tiene más imitadores. O hacemos algo o a la democracia no le va a llegar ni un póquer para ganar. Y hay partidas en todas partes. Aquí también.