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Un parto doloroso

El cierre del paritorio en el Hospital de Verín tiene el aval médico y científico, pero a nivel político y social es una bomba
Movilización en Verín contra los recortes en el hospital comarcal. BRAIS LORENZO (EFE)
photo_camera Movilización en Verín contra los recortes en el hospital comarcal. BRAIS LORENZO (EFE)

EL CIERRE del paritorio del Hospital de Verín desde hoy obligará a las embarazadas de esa área sanitaria a desplazarse a Ourense, algo que hasta ahora solo hacían si se complicaba. Y aunque la decisión cuenta con el aval médico y científico, levantó una enorme polvareda política de consecuencias impredecibles.

La politización de los asuntos sanitarios en Galicia no suele ser rentable para nadie, como se acaba de ver en el caso de la hepatitis C. A veces consigue un giro que mejora las cosas, pero en demasiadas ocasiones lo único que hace añadir dolor a los afectados. Y esto es algo que habría que tener en cuenta en este caso, porque de todo el abanico de servicios de la cartera sanitaria, el del parto es sin duda el que tiene una mayor carga emocional. Así que antes de que unos y otros ‘boten a lingua a pacer’ sería conveniente escuchar a las embarazadas.

→ La cuestión técnica

Sanidade basa su decisión de cerrar el paritorio en la petición de los propios profesionales. Se trata de seguir las recomendaciones de las sociedades científicas de ginecólogos, obstetras y pediatras, que sitúan entre 300 y 600 los partos mínimos que debe atender un profesional al año para mantener la práctica médica. En el Hospital de Verín se cerrará 2019 con 60 nacimientos. Son cinco al mes, o menos de dos por semana si se prefiere, una cifra que complica que el personal pueda conservar al 100% su competencia profesional. Al final, son algunos de ellos los que aconsejan cerrar el paritorio ante la incapacidad de mantener la seguridad en un proceso por el que, conviene recordar, fallecen de media más de 25 mujeres al año en España.

La adopción de este tipo de decisiones de la Administración sanitaria basándose en la necesidad de conservar la práctica médica no es nueva. Lo saben bien en Lugo, donde durante años la Xunta tiró de ese argumento para frenar la implantación de Hemodinámica las 24 horas: un hemodinamista que no haga un número determinado de angioplastias no se va a olvidar del proceso, pero el hecho de perder práctica aumenta el riesgo. Este es el protocolo, sea para abrir una vena o para un alumbramiento.

En el fondo, es la misma razón por la que descienden los partos en la privada o por la que muchos profesiones que empiezan eligen hospitales de referencia y no pequeños centros comarcales: porque con más casos tienen más posibilidades de mejorar, adquirir más competencias y promocionar.

→ La cuestión política

Pero mientras a nivel médico se puede avalar el cierre del paritorio de Verín, a nivel político y social la decisión es una bomba, una auténtica enmienda a buena parte de la hoja de ruta que se marcó la Xunta.

Por un lado, contradice el discurso de que la nueva reestructuración del mapa sanitario gallego no penaliza sino que prima a los pequeños hospitales comarcales. Por el otro, desmonta muchos discursos sobre la que debería de ser la legislatura del rural. Y por último, también debilita de algún modo el mensaje sobre las medidas del nuevo plan de demografía y natalidad de Galicia.

Por eso, ni siquiera el aval científico o médico a la decisión va a salvar a la Xunta de tener que dar explicaciones. La verdadera batalla por el relato empieza mañana en el Parlamento con preguntas de PSOE, Común da Esquerda, BNG y grupo mixto, que reducen el cierre del paritorio a un nuevo recorte para ahorrar. Aunque echarle la llave a una sala —sus profesionales seguirán en Verín— sea calderilla en un macropresupuesto de más de 4.000 millones.

→ La cuestión de fondo

Una vez más, la polvareda política acabará ocultando la verdadera cuestión de fondo, que es la caída brutal de la natalidad en la Galicia interior, en el caso de Verín de 147 a 60 nacimientos. Y otros hospitales comarcales ya tiemblan: Monforte baja de los 200 partos al año, igual que Cee, y Valdeorras apenas supera los 100. Si ahí se mantienen los paritorios es porque no existe alernativa geográfica cercana y segura. Dicho de otro modo: su aislamiento los salva.

Un aislamiento que no depende de la distancia sino de las comunicación. Una embarazada recorre Verín-Ourense en 50 minutos por la A-52. Antes de lo que cualquier embarazada de Agolada, Ortigueira o Navia de Suarna llega a un hospital.