Opinión

Un parador y dos huevos duros

Cuartel de San Fernando. ARCHIVO
photo_camera Campo de batalla. ARCHIVO

Yo estoy muy a favor de un parador de turismo en Lugo. Y de una o dos playas fluviales, a ser posible con puerto deportivo para pequeñas planeadoras por si fuera posible algún nicho de negocio. Y estoy súper a favor de un estadio de fútbol cubierto con un techo retráctil y calefacción, aunque para empezar me conformaría con que el Anxo Carro tuviera pilares por sus cuatro costados y se cubriese siquiera la grada de general.

Ahora que Mariano Rajoy suena para presidir la Federación de Fútbol, que también estoy a favor, faltaría más, se podía encargar de tramitar lo del estadio chulo su compañero de partido José Manuel Balseiro, una vez que termine con lo del parador. Aunque parece que va para largo, porque tiene a todo el mundo como a mí: a tope con la idea de un parador de turismo para la polis, pero en cualquier sitio menos en el cuartel de San Fernando, donde estaba comprometido el museo de la romanización.

El cónsul de la Xunta está asumiendo el encargo con una lealtad digna de gestas más agradecidas. Se está reuniendo con todo cuanto grupo, asociación, pareja artística o charanga esté dispuesta a escuchar las bondades de construir en el viejo cuartel un parador en lugar del museo. Hay quien teme que una vez agotados estos interlocutores, comience a visitar a los lucenses uno a uno en sus domicilios, puerta por puerta, a la hora de comer o de cenar para sorprender a las familias reunidas y llegar así al mayor número de ciudadanos.

Para mí que le va a dar lo mismo. Seguro que al cónsul Balseiro le saldrían algunos apoyos más si a esas reuniones, en lugar de al pretor Ramón Carballo, converso de última hora y de único remedio, llevase a un directivo de Paradores, pero va a ser que no.

El albañil ha sido Jesús Vázquez, el Jimmy Hoffa del asociacionismo en la ciudad

Mientras, lo que le ha construido Lugo, que para eso lleva fama, es un Mvro, una plataforma a la que ya se han sumado más de 120 asociaciones vecinales, empresariales y culturales de toda la provincia. El albañil ha sido Jesús Vázquez, el Jimmy Hoffa del asociacionismo en la ciudad, un tipo al que metes en el camarote de los Hermanos Marx y cuando sale están todos perfectamente ordenados en vicepresidencias, tesorerías, secretarías y vocalías. Y los huevos duros, solicitados oficialmente con entrada por Registro.

Salvando las distancias, porque los temas culturales no alcanzan ni de lejos la relevancia de los relacionados con la salud, llaman la atención los paralelismos de lo que está sucediendo con la movida del cuartel del San Fernando y lo que pasó con la Hemodinámica del Hula. La torpeza de los centuriones de la Xunta aquella vez no les dejó ver la que se les venía encima, y para cuando quisieron reaccionar se encontraron con una caravana de espartacos cabreados poco dispuestos a atender a las explicaciones de sus cónsules. El entonces pretor Jaime Castiñeira contó las bajas por votos.

El museo de la romanización no es Hemodinámica, pero los errores de estrategia y la respuesta que se prepara parecen repetirse paso por paso. Es evidente que su influencia en la agenda no va a ser la misma, pero también lo es que los jefes de las tribus castrexas locales no van a dejar pasar ni una sola oportunidad de utilizarlo como ariete. Y no se puede olvidar que este, como aquel de la Hemodinámica, es un año electoral, pero que quien está en campaña esta vez es el mismísimo césar.

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