En 1968 un taxi trasladaba a los médicos a las casas de los pacientes en Lugo

Las urgencias extrahospitalarias, hoy PAC, empezaron a funcionar hace cinco décadas en la capital 

Fachada del que fue el Instituto Nacional de Previsión. AEP
photo_camera Fachada del que fue el Instituto Nacional de Previsión. AEP

El médico Aquiles Núñez Bravos atendía en solitario todas las urgencias de los lucenses afiliados a la Seguridad Social que no estaban tan graves como para ir a la Residencia o que, estándolo, no lo sabían. Pero en enero de 1968, para asumir una demanda creciente, echó a andar un servicio de urgencia en el Instituto Nacional de Previsión que atendía en la Plaza de Ferrol o en los domicilios de los pacientes indistintamente, con turnos de ocho horas para médicos y practicantes.

Curiosamente, poco después de empezar, la percepción de los facultativos era similar a la que tienen los sanitarios de hoy en día: el servicio era demandadísimo; el rango de problemas de salud que veían, muy amplio y las cuestiones verdaderamente urgentes, pocas. "Los asegurados muchas veces solicitan nuestros servicios sin que realmente les hagan falta. Realmente no nos molesta el trasladarnos a donde sea cuando somos solicitados, pero bien quisiéramos que la gente, sin reparar en molestarnos, que eso es lo de menos, antes de llamarnos pensara bien si efectivamente es necesario que vayamos o pueden esperar al día siguiente. Decimos esto porque, cuando salimos del servicio para atender algo sin importancia, podemos ser requeridos en aquel momento para una cosa grave y entonces no nos hallamos aquí", contaban los doctores Castaño y García Valcárcel a El Progreso hace 50 años, unas declaraciones que bien podría estar haciendo un médico de hoy.

Todo el reportaje, media página del tamaño sábana que era el periódico entonces, está lleno de reflexiones similares, de una didáctica del uso de las urgencias que el abonado a la Seguridad Social seguiría escuchando años y años después, hasta ahora: cómo el abuso de los casos leves y sin importancia perjudica a los graves y serios, a los pacientes que realmente necesitan que se les atienda cuanto antes.

Cuando se estrenaron las urgencias de Primaria, los médicos insistían a los usuarios que no se debía abusar del servicio

Pero eran otros tiempos, desde luego. Y en aquel momento, el uso y abuso de la sanidad pública era para muchos todavía una novedad y, para otros, directamente imposible. Los abonados acudían al Instituto Nacional de Previsión a consultas por las mañanas y a recibir atención urgente por las tarde y las noches.

Los casos que describen los facultativos entonces como más frecuentes van desde pequeñas heridas hasta amigdalitis infantiles con fiebres elevadas. bronquitis o dolores reumáticos. Eso, en el caso de los pacientes que acudían por las tardes a la clínica.

EN TAXI. En muchas ocasiones, sin embargo, los médicos eran requeridos para acudir a casa de los enfermos. El relato de cómo se producían los avisos muestra el Lugo de entonces y la diferencia sustancial de un sistema sanitario que, echando la vista atrás medio siglo, resulta irreconocible. Había quien llamaba por teléfono al médico, pero también quien se presentaba personalmente para dar el aviso. "Casi siempre nos llevamos a la persona que ha venido a avisarnos con nosotros en el coche, pero sin embargo, a veces, porque el familiar ha regresado corriendo sucede que nosotros llegamos a la casa antes que él", dicen los médicos.

Para poder atender en condiciones a los enfermos en sus casas, el personal cuenta con un taxi permanentemente en la puerta. Cuando se recibía una llamada, un celador la devolvía para asegurarse de que no se trataba de una falsa alarma y avisaba al médico. "El taxi lo tenemos contratado para toda la noche y en un periquete estamos en casa del enfermo", decía uno de ellos.

La principal razón por la que eran requeridos en los domicilios de los pacientes eran, según admiten, las distonías neurodegenerativas, también hemorragias o cólicos. Cuando los casos revestían gravedad debían ser trasladados a la Residencia, algo que se hacía en el propio taxi. La perspectiva de contar, pocos meses después de la apertura del servicio de urgencias, con una ambulancia ilusionaba a los facultativos. "Era algo que necesitábamos mucho porque evidentemente un enfermo se traslada mejor en camilla, acostado, que en un taxi doblado. Lo que pasa es que hasta ahora usábamos el taxi porque estábamos empezando y no teníamos otros medios. Pero poco a poco iremos contando con todos los medios precisos", decía el director del Instituto Nacional de Previsión de entonces, Romero Rumbao, que además aseguraba que "la Seguridad Social no escatima nada cuando se trata del asegurado".

Si un paciente grave tenía que ser trasladado a la Residencia, se llevaba en taxi hasta que se pudo comprar una ambulancia

COBERTURA. Lo cierto es que, al año siguiente de que se aprobase la Ley de Seguridad Social, la cobertura todavía no se parecía ni de lejos a lo que es hoy en día. Por ese motivo, resulta más que pertinente que a los médicos se les preguntase si, aún siendo un servicio de urgencia para los afiliados, también atendían a pacientes que no lo eran. Su respuesta fue la esperada. "Estamos prestando un servicio de urgencia para la Seguridad Social y a él hemos de limitarnos. Sin embargo, cuando es algo de verdad muy urgente o alguien viene a llamarnos angustiosamente, vamos también. Claro que entonces hacemos más preguntas, nos aseguramos de que efectivamente nuestra presencia es necesaria y que a lo mejor puede salvar una vida... pero vamos ¡al fin y al cabo somos médicos!".

En total, tres facultativos solucionaban la cobertura asistencial de urgencia extrahospitalaria del Lugo de finales de los 70. En la década siguiente aumentaron, llegando hasta los cinco e incorporando con posterioridad el 061, que supuso un cambio radical en la organización de las urgencias. Ese servicio no solo se hace cargo de la asistencia a los casos más graves en el lugar en el que se encuentren, sino que también actúa como filtro para otras patologías más leves, haciendo una derivación remota que ayuda a aligerar la demanda de las urgencias extrahospitalarias. Hoy en día se concentran en Fingoi y, en el futuro, en A Residencia.

Comentarios