Un día como piloto

La clase teórica sobre conducción deporitva y otros momentos de la prueba. Fotos: EPL
photo_camera La clase teórica sobre conducción deporitva y otros momentos de la prueba. Fotos: EPL

EL SEAT IBIZA SC Trophy es un modelo concebido únicamente para la competición y, aunque comparte muchos elementos con el vehículo de serie del que deriva, posee todo un conjunto de características propias que hace de su conducción una experiencia única e inolvidable.

Con motivo del curso de conducción deportiva, que tuvo lugar el pasado domingo en el circuito de A Pastoriza, el piloto Álvaro Muñiz ofreció a los participantes la posibilidad de probar este modelo.

Antes de poder subirse a él, los monitores de PTC Escuela ofrecieron a los cursillistas toda una serie de nociones teóricas sobre conducción deportiva. Unos conocimientos, que luego tuvieron que poner a prueba sobre el trazado chairego sobre vehículos de serie y acompañados por monitores profesionales.

Pero, sin duda, el momento más esperado fue el de sentarse al volante del Ibiza SC Trophy, donde los alumnos pudieron sentir las sensaciones de conducir un auténtico coche de carreras y hacerlo, además, con un copiloto de lujo, Álvaro Muñiz, cuyas explicaciones resultaron fundamentales tanto para conocer las interioridades del vehículo como para descubrir algunos secretos sobre su conducción.

AL VOLANTE

Acceder a un vehículo de competición, siempre requiere una cierta dosis de contorsionismo para poder superar la maraña de barras de protección. Afortunadamente, al igual que sucede en los Fórmula 1, el volante del Ibiza es extraíble, por lo que la operación de subirse y bajarse del habitáculo resulta un poco más fácil.

Acomodados sobre el asiento de competición, la posición de conducción resulta perfecta. Una pantalla digital multifunción facilita al piloto toda la información básica sobre el funcionamiento del vehículo, mientras que el resto del habitáculo, del que se ha suprimido todo los prescindible con el fin de reducir al máximo el peso, todavía guarda ciertos parecidos con el vehículo de serie.

Uno de esos elementos que conserva de serie es la palanca de cambios. El Ibiza SC Trophy recurre al cambio DSG de siete velocidades, con cambio secuencial, que también se puede accionar a través de las levas situadas detrás del volante.

Aunque en el vehículo de calle esta palanca resulta cómoda e intuitiva de utilizar, lo cierto es que en una conducción más radical —como a la que invita este modelo— su posición queda demasiado baja, por lo que al final resulta preferible utilizar las levas.

Con el motor ya en marcha y la primera insertada, Álvaro Muñiz nos hace las primeras indicaciones de cómo debe conducirse un coche de este tipo. Los neumáticos son slicks de competición y el piloto de A Coruña insiste en la necesidad de dejar que cojan temperatura antes de empezar a rodar rápido.

Con esa calma que pide el eventual copiloto, abordo los primeros virajes del circuito chairego. El motor del Ibiza se muestra progresivo, sin baches en su línea de potencia, y con una gran facilidad para subir de vueltas.

A pesar de la confianza que transmite durante los primeros metros, Muñiz insiste en que deje que los neumáticos cojan temperatura. Pero antes de que pudiese acabar su advertencia, en un apoyo que no parecía especialmente fuerte, la trasera del coche decide coger su propio camino, para acabar dando un violento trompo, que nos hace acabar sobre la hierba de una de las escapatorias.

En cualquier rallye, el golpe hubiese provocado un más que seguro abandono, pero, afortunadamente, el circuito permite estos errores.

Con el coche de nuevo sobre el asfalto, hay que repetir el trámite de calentamiento de ruedas, cuyo agarre mejora sustancialmente a medida que cogen temperatura.

CONFIANZA

El Ibiza SC Trophy da una confianza tremenda al piloto y, desde luego, sus límites están mucho más lejos de los que un conductor convencional le pueda sacar. El autoblocante y las ruedas de competición, hace que el coche dibuje fielmente las trazadas de un circuito tan revirado y lento como es el de A Pastoriza.

Aún así, no hay que perder la concentración. Cualquier duda que haga que se levante el pie del acelerador en medio de un apoyo hace que el coche pierda rápidamente la trasera. El error se corrige fácilmente con un contravolante, pero si la lucha es contra el cronómetro, la pérdida de tiempo nos hace perder cualquier opción de aspirar a algo digno.

A medida que transcurren las vueltas, la confianza con el coche es cada vez mayor. Los 200 caballos de potencia para los poco más de 1.000 kilos que pesa todo el conjunto hace que las aceleraciones resulten fulgurantes, sin pérdidas de tracción, el coche avanza rápidamente por la corta recta del circuito chairego.

Pero, sin duda, la capacidad de frenada es lo que más sorprende. Álvaro Muñiz la compara con la del Porsche 911 o el Lotus Exige que ha pilotado en las últimas temporadas. Desde luego, esa referencia no me resulta válida, pero comparado con vehículos de calle de potencia similar, la diferencia es brutal, sobre todo por la resistencia a la fatiga que tienen los frenos del vehículo de competición.

Tras casi una decena de vueltas, la prueba llega a su fin rápidamente. Sin duda, una experiencia única, en la que lo que más llama la atención es la nobleza, progresividad y facilidad de conducción del Ibiza.

Claro que sacar a relucir las verdaderas virtudes de este modelo es algo que solo está reservado a pilotos profesionales, como Álvaro Muñiz. De lo que estoy seguro es que, en su manos, este Ibiza puede dar más de una sorpresa en los rallyes en los que tome parte.

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