Antón Leivas, un auténtico luchador

Un soplo en el corazón lo apartó de su deporte, pero el paso por el quirófano y su tenacidad le han permitido regresar a lo grande
Antón Leivas, en un entrenamioento. SEBAS SENANDE
photo_camera Antón Leivas, en un entrenamiento. SEBAS SENANDE

El comienzo del mes de febrero fue especial para Antón Leivas, deportista de 15 años del Club Loita Lugo. Su participación en el campeonato de Galicia júnior de lucha olímpica que se celebró en Teis (Vigo) se saldó con una medalla de bronce en lucha libre en una categoría superior a la suya -él es cadete y compitió en júnior- y con una medalla de plata en 55 kilogramos de lucha grecorromana.

Fue especial no solo por sus trabajados resultados, sino porque este luchador lo es en el sentido más literal de la palabra. Con 11 años, y ya metido de lleno en el mundo del deporte, le diagnosticaron un soplo en el corazón. Y ocurrió completamente de casualidad. «Tenía migrañas y un día en la revisión de neurología mi neuróloga notó un ruido raro al auscultarme. Pidió una resonancia y me detectaron un soplo en el corazón», dice.

En 2015, y antes de saber que existía un problema en su corazón, Leivas entrenaba con cierta normalidad pero recuerda que se cansaba demasiado. «No tenía nada de resistencia comparado con mis compañeros y me agotaba rápido. Y no sabía por qué ocurría». En un golpe de suerte derivado de esas migrañas que sufría, a finales ese año Leivas ya sabía el motivo de su fatiga. «Un mes después del diagnóstico me operé en A Coruña, en el hospital de referencia de cardiología infantil».

Como no podía ser de otra manera, Leivas habla como si fuera un experto cardiólogo a sus apenas 15 años. «Me abrieron el pecho para seccionar un trozo de la parte más externa del corazón para ponerlo dentro de las paredes y taponar una comunicación interauricular».

Estuve un año sin entrenar pero desde que volví me encuentro mucho mejor físicamente

De aquella operación solo queda una cicatriz en el pecho que luce con orgullo y una nueva vida en la que los esfuerzos, aunque contenidos, son posibles. «Estuve un año sin entrenar pero desde que volví me encuentro mucho mejor físicamente. Puedo entrenar más, puedo hacer más cosas y tengo más libertad para todo».

La operación permitió a Antón Leivas competir al ritmo de sus compañeros y destacar por fin en una disciplina que le gusta pero a la que no se va a dedicar en un medio plazo. «Nunca tuve la lucha como algo en lo que quiera ser el mejor del mundo ni ir a campeonatos impresionantes», explica. «Sí es cierto que me lo tomé con más cabeza desde la operación, pero no es algo a lo que me quiera dedicar. Además, no podría competir a nivel extremo porque no puedo aguantar ritmos muy altos», señala.

Por ello, su participación en el Gallego de lucha celebrado en Teis fue todo un éxito personal y colectivo. Su disciplina favorita es la lucha libre, «porque es más dinámica y tienes más opciones», sostiene. «En grecorromana no puedo atacar las piernas, algo que en libre sí, y es de las cosas que mejor se me dan en este deporte».

Una medalla de plata en grecorromana y una de bronce en libre confirman que, aunque se lo toma todo «con cabeza» desde hace cuatro años, hay madera de luchador más allá de su propia historia de superación.

El camino no ha sido sencillo. Desde que pasó por el quirófano entrena más y a mejor ritmo, pero sufrió un par de complicaciones que ya forman parte del pasado. «Un día me dolía mucho el hombro, fui a Urgencias y me mandaron directamente a A Coruña. Tenía una pericarditis, una inflamación de la membrana que recubre el corazón, empezó a acumular agua y se empezó a hinchar», recuerda. Solucionado este pequeño bache natural tras una operación de corazón a una persona de 12 años, también sufrió una leve neumonía que, de nuevo, le obligó a desplazarse a la capital vecina. «Después de eso no he tenido ningún problema más».

Antes de operarme era muy bajito y después pegué un buen estirón. Es como si todo fuera rodado por fin

Otro aspecto positivo de pasar por el quirófano fue el apartado puramente físico, importante para un luchador como Antón Leivas. «Antes de operarme era muy bajito y después pegué un buen estirón. Es como si todo fuera rodado por fin», explica. De momento, tiene claro que seguirá compitiendo hasta que cumpla la mayoría de edad y, después, «ya se verá».

Lo que tiene claro es que quiere ir a la universidad. «Me gustaría estudiar Historia, en general, no me decanto por ningún periodo. O antigua o contemporánea. Y mi idea es hacerlo en Santiago», dice. Sus padres, pasado ya el mal trago, celebran su decisión. «Apoyan que haga deporte porque saben que no me voy a exceder. Todo está superado».

Comentarios