Tres cuidadores para 14.000 almas

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La cuidada imagen que tenía la gran necrópolis de Lugo, que ayudó a su inclusión en la red europea de cementerios significativos, se está perdiendo. La reducción de personal es la causa. Tres cuidadores se ocupan de mantener 108.000 metros cuadrados, realizar entierros y cualquier otra intervención en las sepulturas.

la visita al cementerio, ese momento que para algunas personas significa paz pero que a la gran mayoría causa desazón, es mucho más llevadera con un inmaculado cielo azul y el sol calentando las lápidas. Dicen que las sepulturas y los nichos más solicitados siempre son los más soleados. Quizás tiene algo que ver con eso. Sin embargo, en San Froilán ni siquiera el sol es suficiente bálsamo estos días ante la descuidada imagen del lugar, una dejadez impropia de esta necrópolis y que tiene bastante que ver con la disminución del personal que se ocupa de cuidarla.

El PP alertó ayer de las consecuencias de esa reducción. Y lo cierto es que saltan a la vista nada más cruzar la puerta del cementerio. Ramas rotas por el incesante viento de este invierno, regaderas fuera de su sitio, jarrones y maceteros tirados por el suelo y papeleras y contenedores a rebosar de flores muertas y plásticos que revelan que ya no se vacían dos veces por semana, como era habitual. El encargado, Serafín Saavedra, lo confirma. «Levamos uns quince días sen poder facer limpeza e mantemento. Tres traballadores non dan para máis, entre facer enterramentos e reducións e traslados de restos», explica. Enero y febrero suelen ser meses pico de defunciones. El frío no suele hacer buenas migas con cuerpos débiles. El mes pasado San Froilán recibió dos cadáveres por día. En enero hubo unos ochenta entierros.

Hay días en que no se produce ningún sepelio, pero también jornadas de cuatro o cinco en los que no queda tiempo a nada más.

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