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Título en blanco

Un periódico en el suelo. EFE
photo_camera Un periódico en el suelo. EFE
Empiezo a escribir esto sin saber cómo lo voy a titular, pero consciente de que es el reto más importante que tengo por delante. Miro hacia abajo y veo un abismo blanco, una nada por llenar, pero no me asusta. Me da más miedo el hueco que dejo arriba. Son dos líneas, cuatro palabras a lo sumo, cinco si se aprietan, pero suficientes como para convertir en silencio este última esquina del periódico. El título no corre ese peligro, nunca será secreto. Nos gritará «¡estoy aquí! desde la barra de un bar, un kiosko o las manos de un desconocido. Se le escuchará incluso desde el suelo, convertido ya en un desperdicio, en un trozo de una hoja —lo que siempre ha sido—, separado del todo del que algún día formó parte. A merced del viento. Me estoy acercando al final y sigo sin saber cómo titular esto. Va a llegar usted a la última página, al último artículo, al epílogo de este día transformado en palabras, y se lo va a encontrar desnudo. Y le va a dar tanta vergüenza que lo va a arrancar de cuajo y lo va a arrojar al suelo, lo va a pisotear y lo va a dejar herido de muerte a merced del viento, flotando entre desperdicios. Y allí, encima de ese espacio en blanco, estaré yo, con mi nombre y mi fotografía, pensando en cómo titular esto.