Opinión

¿Terratenientes carcas?

AL SECRETARIO general de UGT, Pepe Álvarez, le pierde, a veces, su incontinencia verbal. Como el presidente extremeño, Fernández Vara, había pedido una reunión con la ministra de Trabajo para analizar el coste de la subida del salario mínimo, perdió los estribos y calificó de "terratenientes carcas" a los trabajadores del campo que se manifestaron frente al local de una feria en San Benito. Los supuestos "terratenientes carcas" fueron violentamente disueltos por la Policía y alguno acabó con el cogote sangrando y otros rodando por los suelos. Los compañeros que contaron ante las cámaras de televisión sus duras condiciones de trabajo, no tenían aspecto de ser condes o marqueses venidos a menos.

El campo español forma parte de los sectores que no han superado la crisis económica. Los productos agrarios, en algunos casos, se pagan al productor a menos precio que hace diez años. Por ejemplo las patatas. Es verdad que la subida del salario mínimo no es la responsable de los malos datos de empleo en Extremadura. Pero también es cierto que el agricultor depende de las grandes distribuidoras para dar salida a sus productos y estas marcan unos precios abusivos. Además, no puede contratar peones por el coste salarial. Acabará haciendo lo que ese vinicultor de Novelda que ha decidido serrar sus parras, cargadas de uva, porque no le merecía la pena recolectarlas. La protesta no se circunscribe solo a Extremadura. Los aceituneros de Jaén se han echado también a las carreteras porque el precio de la oliva está por los suelos. No saben si varear o no los olivos. Y este problema, responsable también de la despoblación de pueblos y pueblos de la España interior, no afecta a los terratenientes que, con tanta soltura, menciona Pepe Álvarez. Se comprende que los sindicatos clásicos, que en el campo no tienen ningún poder, estén preocupados por un nuevo frente que cuestiona la subida del salario mínimo.

Pese a aparecer en un puesto destacado en la foto del pacto con el que se abre la legislatura, saben que el tanto se lo ha apuntado Pablo Iglesias y la eficaz ministra de trabajo Yolanda Díaz. Ha sido la buena relación de Pablo Iglesias con el presidente de la patronal, Garamendi, con quien lleva reuniéndose desde antes de la formación del Gobierno, lo que ha facilitado el pacto. No los sindicatos. Por tanto, UGT y CCOO están preocupados ante el duro competidor que les ha salido, dentro del Ejecutivo, en la carrera por salir en la foto de las conquistas sociales. Para colmo, la salida de Reino Unido de la UE y la renegociación de la PAC amenazan, aún más, la rentabilidad de la agricultura en España.

El ministro Planas haría bien en tomarse en serio las protestas y las tractoradas de estos días y, además de asistir a distintas ferias del sector, escuchar a las organizaciones agrarias y reunirse con ellas porque el campo necesita una reconversión urgente.

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