El temor al contagio ralentiza la vida en Castro

El rebrote se palpa en una localidad que se divide entre el miedo a contraer el virus y las críticas a que la alarma se acrecienta por la discriminación al colectivo
photo_camera Castro, vacío. C. ARIAS
"Non hai xente. Podes tirar unha bomba e non pillas a ninguén na rúa", decía ayer un vecino en una localidad en la que se ralentizó la vida desde que se confirmó que el rebrote es una realidad. Hoy es día de feria en Castro y las expectativas son bajas. "Entre os contaxios e o mal tempo vai haber moi pouca xente", auguraba ayer el regidor, Francisco Balado, en una predicción que muchos compartían.

El centro de Castro de Ribeiras de Lea estaba este martes más parado que otro día cualquiera. Pese a que las compras continuaron, los paseos se frenaron. Y la tensión, en medio de la incertidumbre, se palpaba en las conversaciones de los vecinos en una localidad que se divide entre el miedo a un posible contagio y las críticas de los que consideran que la alarma se acrecienta motivada por la discriminación a un colectivo que lleva años asentado en Castro, aunque solo por temporadas: las de recogida de los frutos rojos.

"A xente ten medo agora que se sabe que hai casos positivos. E asústalle poder vir á compra e contaxiar logo na casa a algún familiar", explicaba la dependienta de la Frutería Marga. "Pero xa houbo casos antes e non era para tanto, non era igual", le contestaba otra vecina, mientras dos mujeres entraban en un rifirrafe sobre si los jornaleros deberían hacerse test antes de llegar o si los controles que se realizan son suficientes.

"Creo que se fala porque son os de fóra", dijo rápido otra mujer. "Les tocó a ellos como les podría tocar a cualquier ganadero o a alguien de la zona", resumía otra voz, aunque bastantes vecinos hacen hincapié constantemente en que muchos de los temporeros no respetan las medidas de seguridad y no utilizan mascarilla habitualmente. Además, señalan al temor generalizado: "Comparten todo. Viven, traballan, comen... Non é o mesmo un contaxio nun piso de catro que neste caso. Haberá moitos máis".

En el supermercado Froiz la afluencia de gente fue constante a lo largo del día. "Por la mañana tuvimos que controlar el aforo", dijo la encargada del establecimiento, que aseguró que la preocupación, aún así, se nota entre los clientes. Por la tarde, el goteo de jornaleros que pudieron ir a trabajar y que llegaron en el autobús alrededor de las 17.00 horas se incrementó. Pero ninguno quiso hablar sobre cómo viven ellos esta situación.

En Castro, a mayores del piso en cuarentena, la empresa Surexport (con invernaderos en Cospeito y Begonte), tiene otros dos edificios en los que residen los temporeros, además de alguna casa.

A alguno se le vio preparado con las maletas para coger el autobús y dejar Castro atrás. "Es algo puntual, no es que estén dejando el trabajo. Algunos ya están de baja porque acabaron el contrato el día 5 o el 6", dijo el responsable de la empresa, José Ángel Roca. 

"Hai moita preocupación en Castro, pero nós de momento non tivemos menos xente", dicen en el bar Sinde, el más próximo al edificio en el que están los jornaleros aislados.

"Se nota mucho por las calles. Hoy hubo menos actividad", confirmó el regidor de Castro de Rei.

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