S.O.S estival: Uno de cada tres divorcios se fijan en septiembre

Las vacaciones en pareja pueden convertirse en uno de los mayores puntos de fricción por la diferencia de expectativas, los problemas de comunicación o la falta de objetivos comunes. Un experto da algunos consejos
Una pareja señala una ola que rompe en las rocas de una playa
photo_camera Una pareja señala una ola que rompe en las rocas de una playa

La pareja es uno de los grandes factores a los que el verano le puede pasar factura. Uno de cada tres divorcios se tramitan en septiembre. Debemos plantearnos antes de que finalice la época estival el porqué de ello, para conseguir una verdadera medida preventiva y la real solución a los problemas de pareja.

"Es común que, después del verano, aumente el número de personas que acuden a mi consulta para realizar terapia de pareja. En verano es cuando más tiempo tenemos a dedicarnos a la pareja y los problemas siguen o empeoran, ya que es el momento cuando no existe la explicación y el autoengaño. Muchas parejas se autoengañan durante el año y sus problemas los atribuyen al estrés laboral, a no tener tiempo para realizar sus hobbies. ¿Cuál es la solución? Esperar a la vuelta al trabajo, cuando la rutina del día a día y el poco tiempo en la convivencia hacen que de nuevo la pareja se sienta en una rutina, un acuerdo, un equilibrio que puede ser sano o patológico según lo perciban las partes", afirma el psicólogo Jorge López Vallejo.

Tenemos identificado que, si la relación de pareja es buena, al final del verano la pareja se afianza; pero, si es mala, al finalizar las vacaciones el deterioro es máximo y, en muchos casos, irreversible, aunque tener diferencias con su cónyuge en estos días, no tiene por qué ser un indicador de crisis en la relación.

Jorge López Vallejo, después de muchos casos de tratamiento, resume en tres los factores de riesgo que provocan problemas de pareja en verano.

PASAR DEMASIADO TIEMPO JUNTOS ES UN ERROR.  Se comete el error de pasar día tras día juntos sin tener tiempo para estar a solas. Hay que disponer de un espacio individual, para poder hacer lo que se desee, luego resultará más complicado encontrar el equilibrio con la pareja.

LAS EXPECTATIVAS ALTAS ACABAN EN DECEPCIÓN. Al desear tanto las vacaciones, planificarlas y pensarlas, contradictoriamente la mayoría de las veces no suele ir tan bien como habíamos pensado. Expectativas altas son el riesgo de decepcionarnos.

CONTEXTO DE ENAMORAMIENTO, DESAMOR E INFIDELIDADES. El verano es tiempo de playa, de bañadores, de música. En las conversaciones se habla siempre del enamoramiento, de la pasión o del desamor, del desengaño, de las infidelidades o de las traiciones. Además, es un momento en el que muchas parejas suelen volver a salir de noche y pueden volver a sentirse deseables por los demás... Todos estos factores pueden ser un cóctel explosivo para la supervivencia en pareja apareciendo, entre otros, el problema de los celos, controlado durante el resto del año. Existen indicadores para saber que algo está pasando.

LA COMUNICACIÓN. Sermonear y dar cosas por entendidas


Dar por hecho cosas que no se han hablado antes -"Pensaba que hoy íbamos a salir a cenar, suponía que te iba a gustar..."-, puntualizar al otro, corregir, sermonear, tirarle en cara, "deja, ya lo hago yo", no hablarse, no escuchar...


NO HAY OBJETIVOS COMPARTIDOS: TÚ AL MAR Y YO A LA MONTAÑA. El conflicto surge cuando no hay acuerdos comunes. Si uno quiere ir a la montaña y hacer deporte, y el otro prefiere al mar y no hacer nada de deporte, o bien uno quiere siempre conectarse a internet y otro ir con amigos. "Toda pareja pasará al menos una crisis en su vida, debemos evitar asustarnos y, sobre todo, evitar magnificar. 'Crisis' en japonés se escribe con dos signos que significan: peligro y oportunidad. Una crisis puede convertirse en una oportunidad para cambiar", afirma López.


UNA SEXUALIDAD NO SATISFACTORIA. Al tener más tiempo, se pueden propiciar más encuentros sexuales. Si estos no se dan, hace que pueda aumentar la irritabilidad y la tensión, así como detectarse o hacerse más visible cualquier problema en el área de la sexualidad: poco deseo sexual, eyaculación precoz, dolor en la penetración, etc. Algo que puede tener graves consecuencias en un futuro.

Paradójicamente, no debemos hacer activamente nada para intentar buscar una solución inmediata. Se trata de esperar a que pase el temporal, a que se calme la marea y, desde ahí, partir. Esta es una de las medidas más difíciles de aplicar. La mayoría de las personas tienden a ser impulsivas en este tipo de contextos.


Las discusiones hay que afrontarlas. Las peleas, las recriminaciones, las críticas o los menosprecios, cuando se está en conflicto, hay que pasarlos. Cuanto más se quieren controlar, más se pierde el control. Deben crearse momentos de discusión, de acuerdo diario, de reproches si fuera necesario; pero acordado, deliberado. Hay que discutir voluntariamente en espacios concretos, que sean diferentes a los entornos de discusión habituales es necesario. Para romper reacciones de enfado, es necesario romper también con los espacios comunes y habituales de discusión.

Solemos ver muy rápido lo que el otro no nos hace, no nos da, no nos dice, y en cambio, nos cuesta ser conscientes de lo que no hacemos, no damos, no decimos al otro. Si se quiere recibir, se debe empezar a saber dar, atreverse a construir la realidad deseada.

"Es recomendable que, siempre que se atraviese una crisis de pareja, se trabaje individual o conjuntamente con un psicólogo, desde otra visión bien técnica, bien objetiva y personal o con una estrategia clínica, ya que ayudará a fortalecer de nuevo la relación para seguir con paso firme el proyecto de vida compartido que se desea", concluye el experto.

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