José López Orozco, exalcalde de Lugo

"Espero que se archive todo y llevar a mi nieto a la guardería con la cabeza alta"

Orozco sigue viviendo pendiente del fin de su 'calvario' judicial, pero tras esa sombra se adivina un hombre feliz, pleno, y que se siente parte muy viva de la ciudad, donde aún recibe mucho calor de la gente
José López Orozco. XESÚS PONTE
photo_camera José López Orozco. XESÚS PONTE

Orozco sigue siendo un personaje público en Lugo. Recibe aprecio en la calle y su voz es muy seguida en las redes, en las que comparece a diario para hablar del mundo y, claro, de política. Donde no se le escucha es en el partido, algo que él no reprocha y que también le permite opinar libremente. Desde que se le apartó de la alcaldía ha viajado mucho, lo que le ha dado perspectiva y le ha permitido revivir. Hace unos meses vio cumplido su sueño de ser abuelo y se ve que el nieto, por el que se desvive, le ha cargado definitivamente las pilas.

Va camino de ser un 'influencer'. Está todos los días en Twitter, donde habla de todo. Me llama mucho la atención hasta qué punto le pone de los nervios Trump.

Sí, porque soy consciente de cómo intereses económicos se van a cargar consensos que daban esperanzas de futuro. Y me alarma su apoyo al Brexit, ese intento de romper Europa.

¿Y en España, qué le pone de los nervios?

Me está poniendo de los nervios la falta de acuerdo para hacer un gobierno estable. De la derecha no espero nada, porque están a lo suyo. Pero es una pena que no haya un acuerdo para una coalición, que es lo normal en una democracia. Se necesita un gobierno que se tome en serio los problemas de la gente.

¿La culpa de la falta de acuerdo no es también del PSOE?

Claro, claro. Soy crítico con los dos por no llegar al acuerdo. Pero a ver, aún hay unos días para la esperanza. No podemos seguir jugando al escondite. Y luego está el riesgo de unas elecciones, que las encuestas las carga el diablo.

¿Se escucha en el partido a los que piensan como usted?

No, en absoluto.

¿Cómo se explica eso?

Los que somos pasado, somos pasado. Hay una nueva gente que ve las cosas de otra forma y ni se nos pregunta ni se nos escucha.

Ni se nos pregunta ni se nos escucha. Como dijo Felipe González, somos jarrones chinos

¿Y eso duele?

No, es solo una circunstancia. Somos, como decía Felipe González, jarrones chinos y procuran no tocarlos, no sea que se rompan.

¿Y a nivel local se escucha a los veteranos?

Tampoco. Pero lo encuentro normal. La alcaldesa hizo su propio equipo y tiene derecho a hacer las cosas como crea conveniente e incluso el derecho a equivocarse. A mí eso no me parece mal.

¿Cuántos amigos le quedan en el partido? ¿Le queda más gente en la calle que dentro?

Sí, mucha más. Hombre, en el partido me quedan muchos amigos, pero muchos más en la calle. Veo que la gente me recuerda y me da la impresión de que me quiere. Y eso es muy satisfactorio. Pero el partido sigue siendo mi corazón. Soy socialista y el partido me duele y creo en su ideología.

¿Y comparte los giros que ha dado el partido?

Sí, más o menos sí, porque hay que acomodarse a los nuevos tiempos. Más o menos los entiendo y la vida también da vueltas.

¿Qué lección sacó de la forma en que tuvo que salir de la alcaldía?

Algo que dije ya el día que dimití: que es importante respetar los derechos humanos y la Constitución y, por tanto, respetar la presunción de inocencia. Si no se gana en las urnas, no se puede echar a una persona por el hecho de estar imputado. Y eso lo aplico a todos los partidos y a todos los casos.

¿Espera que acaben archivadas todas las investigaciones?

Espero que sí. Del Garañón tenemos pedido el archivo y ahora estamos trabajando en el archivo de la Ora, porque no hay absolutamente nada. Todo es un brindis al sol y confío en que, sea esta juez u otro, lo archive. Y lo que espero es que cuando lleve a mi nieto a la guardería podamos ir con la cabeza bien alta, porque su abuelo era una persona honrada. Una vez que pase, habrá que pensar como Santa Teresa: fue una mala noche en una mala posada.

Desde que me acusaron, tengo que leer El Progreso a las dos de la mañana todos los días. Después puedo dormir

Cuenta que duerme muy poco. ¿Le volvió insomne ir al juzgado?

Sí. Desde el día que leí en El Progreso a las dos de la mañana que me acusaban de recibir dinero, todos los días tengo que leer a esa hora El Progreso. Luego puedo dormir, pero muy pocas horas ya.

¿Se arrepiente de algo? ¿De qué?

Sí, cómo no. Pues igual de no dedicarme a alguna cosa con más ahínco. Y de la confianza. Yo confié totalmente en mis concejales y da la impresión de que erré, aunque insisto en la presunción de inocencia.

¿Está pensando en Liñares?

Y en más cosas. No solo en Liñares. Y vuelvo a decir que defiendo su presunción de inocencia igual que defiendo la mía.

¿Cómo es su relación con sus exconcejales?

Hay buen feeling.

¿Y con Besteiro?

Bien. Hace tiempo que no lo veo, pero hay relación.

¿Y con Blanco?

Nos llamamos cada semana y arreglamos el mundo.

¿Tiene la impresión de que a Blanco también lo sacrificó el partido?

No sé si la palabra es sacrificar, pero sí que un activo tan importante y con un trabajo tan valioso en el Parlamento Europeo, pues uno no entiende por qué no fue en la lista. Pero bueno.

¿Cúal es el mayor orgullo de José López Orozco?

Pues como persona, el hecho de haber llegado a la alcaldía, que fue siempre mi ilusión. Es la ciudad que quiero, en la que vivo, donde está mi gente. Y como alcalde, mi orgullo es todo el dinero que se consiguió. El día que el ministerio de Montoro dijo que Lugo era la cuarta ciudad de España en gasto social fue una satisfacción enorme, porque era reconocer que cuidábamos a nuestra gente en el momento más duro de la crisis. Y luego, ver cómo se fue creciendo, cómo se lograron los fondos europeos. Ver hoy, que es algo que le aplaudo a la alcaldesa, cómo se está desarrollando el proyecto Lugo Biodinámico, me parece estupendo. Concurrimos por primera vez al proyecto Life y lo conseguimos y ver que hoy continúa me satisface mucho. También fue importante conseguir los fondos de la Unión Europea para la cárcel, que es una obra muy satisfactoria. E incluso el MIHL, al que solo le falta gerenciarlo bien, porque es una obra de arte.

¿Tiene a la cárcel como su obra estrella?

Estoy orgulloso, pero también lo estoy de todo lo que se hizo en medio ambiente, porque tenemos una depuradora y una potabilizadora que son señas de identidad. Cuando Lino González Dopeso me trajo una encuesta que decía que el 80 por ciento de los lucenses desconfiaban del agua y que o eso se arreglaba o él se iba, pues hubo que ponerse las pilas. Y se hizo y se evitó que otros, desde la Diputación, se apropiaran del agua de Lugo con el proyecto de la presa del Narla.

En el partido, que sigue siendo mi corazón, me quedan muchos amigos, pero más en la calle

¿Bebe agua del grifo?

Sí, bebo agua del grifo. Y no solo yo. Todo el mundo dice que es muy buena y nada tiene que ver con la que había en 2006 o 2007.

Hablaba del orgullo que fue para usted ser alcalde. ¿Cómo lo logró? ¿Realmente la receta fue ir puerta a puerta?

Hicimos una encuesta y mi única ventaja era que ser el más valorado, aunque el menos conocido. Viendo el resultado, Pepe Blanco dijo que lo que faltaba era que la gente me conociera. Por eso fuimos puerta a puerta, y en ningún sitio nos pusieron una mala cara o una mala contestación.

¿Fue solo esa campaña, no había en Orozco ese tipo de carisma que ha definido a alcaldes gallegos como Caballero o Paco Vázquez?

Eso es la cercanía a la gente. Es que a mí no me cuesta nada hablar con la gente, escucharla... Al contrario, es lo que me gusta. Después vino la dedicación y tener la ciudad en la cabeza. Se cuentan con los dedos de la mano los fines de semana que tuve libres en 16 años. Pero es que hay cosas que no hay dinero que las pague. Yo no olvidaré nunca la satisfacción de la primera calle que arreglamos. Fue la calle Álamo, en Albeiros, que estaba en tierra, con las aguas sucias corriendo por la calle. Conocí esa calle en la campaña electoral y tuve claro que sería lo primero que arreglaría si era alcalde.

El cuartel de San Fernando es una espinita clavada. Aún hace unos días hablaba en Twitter del fiasco de llevar el auditorio allí.

Es que fue una pena perder el auditorio allí. Hubiera sido la salvación del casco histórico y Lugo tendría auditorio desde hace años. Pero había otros intereses.

¿Qué intereses?

Muchos intereses. Y puedo entender que se pidiera que el edificio del auditorio proyectado tuviera menos volumen y yo me ofrecí a rebajarlo y no hubo manera. Pero en fin, aquello pasó y lo que sí se me prometió es que haría el centro de la romanización allí. Tuve el compromiso de la Xunta, Lugo lo necesita y no se puede desperdiciar el dinero que supuso ese cuartel y el valor que tiene para la ciudad.

¿Qué ciudad soñaría ahora?

Una ciudad que no perdiera lo que tiene de capital de lo rural. Podríamos ser la simbiosis perfecta de lo rural y lo urbano, con desarrollo de todos los sectores y que los universitarios no se marcharan de la ciudad, porque eso es una sangría de capital humano. Y proseguir el desarrollo turístico y la rehabilitación, que está un poco parada. Y una ciudad que esté cuidada y aseada.

Nueva vida: "La ciudad está un poco parada, me preocupa el centro de Lugo"
¿Cómo fue cambiar de vida?
Cuando dimití, el día de la nueva toma de posesión fue duro y el día siguiente mis hijas me regalaron un viaje a Menorca y ahí empezó una nueva vida. Pero Lugo es mi ciudad, mi pequeño mundo. Después de todo lo que pasó, seguí sintiendo el apoyo de la gente. Y los que apostaron por echarme fueron los que no ganaron y los que después no ayudaron al gobierno de la ciudad. Pues, bien, solo hay que mirar dónde están hoy. Ahora en Lugo hay un gobierno de coalición y yo espero que sea más estable.

El sentimiento de injusticia no le abandona.
Estoy ahora entusiasmado con el caso de la condena de seis años y medio de cárcel para el juez que conspiró contra la diputada de Podemos Victoria Rosell, porque me veo retratado en su caso. Siempre he creído en la Justicia y he pensado que habrá jueces y fiscales que verán que yo he sido inocente, aunque haya habido quien no lo quisiera o lo pudiera ver. Las circunstancias familiares le han llevado a viajar mucho y hasta vivió seis meses en Nueva York.

¿Cómo ve hoy Lugo?
Lugo está últimamente un poco parada. La crisis llegó tarde, pero llegó. No obstante, también tengo la impresión, sobre todo si voy por As Gándaras, de que está despegando de nuevo. Falta un sector que es primordial, que es el comercio. Hay tantos negocios cerrados en el centro que eso sí me preocupa.

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