Historias de Lugo

Las Singer hablaban gallego

El primer anuncio en gallego data de 1876 y fue publicado en el periódico lucense A Monteira. Pretendía vender todo un invento revolucionario de la época, solo disponible para las clases más pudientes: la máquina de coser americana Singer

Primer anuncio en gallego, el de las máquinas de coser Singer publicado en A Monteira, de Lugo. AEP
photo_camera Primer anuncio en gallego, el de las máquinas de coser Singer publicado en A Monteira, de Lugo. AEP

El Rexurdimento del gallego como lengua, a mediados del siglo XIX, se hizo sentir también en la publicidad que, por aquel entonces, solo se hacía en prensa. Un periódico lucense, A Monteira, fue pionero en Galicia al incluir los primeros anuncios en gallego, un gallego todavía sin normativizar que reproducía fielmente el habla popular de la zona.

El primer anuncio publicado en gallego salió el 5 de noviembre de 1876, casi hace siglo y medio, en A Monteira

Se trataba de un anuncio de "máquinas para coser da compañía fabril Singer", que reproducía el dibujo de la marca de fábrica para que las potenciales clientes no fuesen engañadas. De hecho, el anuncio alertaba de que tuviesen cuidado con las falsificaciones e imitaciones alemanas. También anunciaba notables rebajas en los precios y grandes descuentos al contado, aparte de recomendar que pidan el catálogo, "que se dá de balde".

El comercio que vendía las máquinas de coser Singer en Lugo estaba en el número 9 de la Rúa da Raíña.

El invento era toda una revolución para las mujeres de la época y las máquinas de coser se convirtieron, en sus inicios, en un auténtico artículo de lujo, solo al alcance de la alta sociedad

Con el paso de los años, ya no sería así. Las máquinas de coser comenzaron a popularizarse y, medio siglo después, en la década de los 30 este artilugio se convirtió en el regalo de boda más preciado entre la burguesía, cuyo precio oscilaba entre las 75 y las 160 pesetas. Entre tanto, las chicas de clases más bajas acudían a talleres de costura a formarse como modistas y, de paso, aprender a coser a máquina.

El furor de las máquinas de coser Singer finalizó en los años que siguieron a la Guerra Civil y hasta la década de los 60. Durante esos años, no entró en España ninguna máquina de coser Singer ni tampoco sus repuestos. Los talleres tuvieron que recurrir a piezas de imitación que se hacían en España o a las que venían de Italia, vía contrabando. Ante este panorama, nuevas marcas como Alfa, Sigma y Refrey se abren camino en el mercado.

GALICIA. O Tío Marcos da Portela, una revista editada en Ourense, dirigida por el escritor Valentín Lamas Carvajal, tuvo una sección propia de insertos publicitarios a partir de 1883. Pese a ello, hubo años en los que no sacó ningún anuncio, excepto los referentes a las obras de Lamas Carvajal. En esta publicación, aparecen los primeros anuncios en verso.

La publicidad en gallego se hace cada vez más presente en la prensa hacia finales del siglo XIX. La Real Academia Galega (RAG) apunta, en este sentido, la presencia de la lengua vernácula en las principales cabeceras de la época como, por ejemplo, O Galiciano, de Pontevedra; A Monteira, de Lugo; A Fuliada, de A Coruña, y As Burgas, de Ourense.

En 1894, el Almanaque Gallego, editado en A Coruña, reservó veinticinco páginas exclusivamente para anuncios en gallego, "conformando a máis ampla colección destes reunida nun mesmo exemplar en todo o século XIX", asegura un informe elaborado por la Real Academia Galega.

COMERCIANTES. La mayoría de los anunciantes que usaban el gallego en la prensa para buscar clientes eran comerciantes locales de distintos sectores. Había relojerías, sastrerías, litografías, librerías, barberías y casas de comidas, entre otros negocios. También utilizaban el gallego profesionales sanitarios como médicos, dentistas y oculistas. "Isto é algo lóxico dado o marcado carácter localista desas primeiras publicacións monolingües", afirma el estudio de la RAG. Aunque también había excepciones como la compañía de seguros La Previsión o la americana Singer.

Un barbero y un francés que daba clase en Lugo eran algunos de los anunciantes

A Monteira publicaba en 1889 una página de anuncios con el gallego de la época. Estos eran algunos de ellos.

Seguros. A Previsión, de Barcelona, hacía seguros de vida a prima fija bajo un capital de "vinte millós de reás sobre unha e dúas cabezas". También había rentas vitalicias "cobradeiras de contado".

Barbero. El anuncio del salón de Vicente Armas, en la Rúa da Raíña, 10, frente al café Español, estaba en verso y aseguraba un trabajo "por poucos cartos". También iba a domicilio y admitía abonos. 

Francés. Henri Fargés tenía una academia de francés en San Pedro, 48, donde daba una clase especial para los alumnos del instituto desde octubre y lecciones a domicilio.

Géneros. Laureano Tato anunciaba géneros del reino y extranjeros en la Praza Maior, 9, en los soportales. Tenía también globos y faroles venecianos, hules impermeables para las camas de los enfermos y de los niños como los del Hospital de La Princesa, y zapatillas.

Gorrería. Xirónimo Mourenza vendía gorros en la Rúa da Cruz, 6, y se anunciaba diciendo que hacía "gorros cuase de gorra". También vendía bonetes, tricornios, monteras y birretes.

Ferretería. Liborio Revilla ofrecía en La Confianza, Armanyá, 7, puntas de París y "ferraxes para carros", además de cocinas económicas, potes, camas inglesas y del país, quinqués, velas, papel para cartas, sobres, tinteros, mangos y plumas.

Dentista. Manoel Rodríguez Lapela, de Portomarín, tenía consulta en San Roque, 36 y sacaba dientes, muelas y raíces, ponía dentaduras, cortaba los dientes largos, enderezaba los torcidos y fijaba.

 

Unas frases en La Aurora del Miño

Aunque el primer anuncio íntegramente en gallego fue el de las máquinas Singer que vendía un comercio de la Rúa da Raíña, hubo otro periódico de Lugo, La Aurora del Miño, que se adelantó dieciocho años en el uso del gallego en publicidad aunque solo fuesen unas frases.

Almanaque. Estas primeras frases se publicarían en el Calendario de Galicia y Asturias de 1858, editado por el lucense Manuel Soto Freire y que apareció insertado dentro de La Aurora del Miño. El calendario incorporaba dos estrofas en gallego, que exaltaban la calidad de la publicación y su reducido precio.

 

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