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Sin permiso de residencia

El PP no acaba de cogerle el punto a cómo gestionar lo del centro de mayores de Ribadeo

H ACE UNOS años que en Ribadeo se firmaron una especie de pactos de Toledo. Fue a propósito de la construcción de una residencia de ancianos. Las diferencias entre los portavoces de los grupos municipales de entonces no podían ser mayores, pero en aquel momento acordaron dejar a un lado la política para tratar de conseguir un servicio que, según una opinión generalizada, era de lo que más falta hacía en el municipio.


Es cierto que de aquello se benefició desde un punto de vista político Fernando Suárez Barcia, pero para ser justos hay que decir que, al menos en este caso, no porque anduviese más espabilado, sino por una circunstancia que siempre acaba por favorecer en ciertas cosas a su inquilino: era el alcalde (y sigue siéndolo). Como tal, ejercía de portavoz de una comisión político-vecinal que todavía anda activa, pero de la que el PP se bajó en marcha.

Este PP de Ribadeo de ahora no tiene absolutamente nada que ver con el de entonces. De hecho, los problemas entre Xunta y Concello de Ribadeo, que tuvieron estallidos gloriosos sin ir más lejos el pasado mes de junio en As Catedrais, comenzaron cuando ya era evidente que el equipo popular que había no iba a continuar.

Entonces, los ‘concejables’, encabezados como no podía ser de otro modo por su número uno de entonces y de ahora, Jesús López Penabad, aparcaron la comisión y se alienaron con la Xunta a machamartillo. Es una opción.

Sin embargo, hubo algo con lo que no contaban. Del siempre particular exconcejal popular Manuel Valín, que por entonces era el portavoz del PP, se pueden decir muchísimas cosas y algunas de ellas no buenas, pero hay algo que está claro: es lo que llaman ‘un ribadense de toda la vida’. Así que ya desde antes de tener la cabeza en la guillotina hizo lo que pudo por tratar de que la residencia llegase a Ribadeo y, de paso, si podía arrimar el ascua a su sardina, pues mejor. Después de todo, quién se lo iba a reprochar. Paradógicamente fueron los de su partido los que se lo reprocharon.

En plena campaña electoral el alcalde de Ribadeo, demagogo competente en condiciones normales y excelso cuando hinca el diente a una pieza con chicha, dejó al PP a los pies de los caballos mientras ellos cometían torpeza tras torpeza enredándose cada vez más en una maraña de tramitaciones administrativas que, lamento decirlo, nadie entiende y ellos mismos contradicen.

El caso más evidente se vio esta semana, cuando José Manuel Balseiro se puso muy serio en el local de su partido en Ribadeo para decir que no habría dinero autonómico para la residencia si no se entregaban un par de informes que la Xunta había requerido y que, asegura, son imprescindibles.

Lamentablemente para él, a dos asientos a su derecha se encontraba la expresidenta de la Diputación, Elena Candia, que en los tres meses que ocupó ese cargo encontró tiempo para acercarse a las obras de la dichosa residencia y bendecirla apuntando que era un servicio a continuar apoyando. La entidad provincial es la que hace de largo la mayor aportación económica.

Así que o bien a Balseiro se le escapa algo o bien Elena Candia obvió algún trámite. Como es natural, nunca lo sabremos, pero cuesta entender esa contradicción, por cierto nunca explicada: por qué lo que vale para la Diputación no vale para la Xunta si finalmente el dinero es público de todas todas.

En esta misma sección ya se habló a veces de la delicadísima situación de la agrupación local del PP de Ribadeo, que sacó unos resultados malos sin paliativos en mayo y que consiguió disimular gracias al paso de 13 a 17 concejales en la composición de la corporación municipal. No les hacen ningún favor dejando que la voz tronante en este asunto sea su secretario provincial, nunca su portavoz municipal, dejando así la sensación de que en realidad no confían en él para tratar temas de enjundia.

El PP tiene en Ribadeo un caladero de votos extraordinario, como demostró en su momento José Carlos Rodríguez Andina con unas cifras globales de votos aún por superar, ni tan siquiera por Suárez Barcia y sus actuales diez concejales.

No estaría de más que el actual portavoz plantease a sus superiores si tal vez no será un error fiarlo todo a la táctica de Rajoy: dejar que pase el tiempo sin hacer nada, incluso actuando de forma equivocada, a la espera de que Fernando Suárez se canse y no se vuelva a presentar. Después de lo que dijo el sábado tal vez no repita en el BNG. No solo es posible, sino que además es probable. Pero mientras tanto desde Lugo y Santiago le hacen un flaco favor a su gente en Ribadeo.

NADA SERÍA lo mismo en A Mariña sin Alcoa. Más de un millar de personas viven directamente de ella mientras que probablemente otros 2.000 al menos lo hagan de forma indirecta. Eso como mínimo. Su último director fue Rubén Bartolomé, un tipo capaz de lanzar al menos un mensaje con chicha incluso en el acto más nimio. No sería un buen político. Ahora es director de Alcoa España sustituyendo a Rosa García Piñeiro, que precisamente comenzó a trabajar en la fábrica de San Ciprián. Hay que esperar que Alcoa los siga viendo con buenos ojos o aquí habrá un problema de los gordos.

FERNANDO SUÁREZ no es hombre que se muerda la lengua. El sábado se lanzó a la piscina para criticar a los dirigentes de su propio partido, el Bloque, y a quienes también en la sombra están dirigiendo las operaciones para hacer una candidatura unida en Galicia para las elecciones generales. Aunque él lo descartó, lo cierto es que es inevitable pensar que uno de ellos es su excompañero Xavier Campos, una situación incómoda que por cierto no es completamente nueva. Fernando Suárez no está solo, hay muchos en el BNG que piensan como él y estos días se irá viendo.

Artículo publicado el pasado lunes 2 de noviembre de 2015 en la edición impresa de El Progreso

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