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Show me a hero

TENEMOS ESTA FRASE: "Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia", de Scott Fitzgerald, cuya primera parte da título a la serie y que ya anuncia un estilo. Tenemos a la periodista Lisa Belkin, cuyo ensayo, ‘Show me a hero’, fue publicado por The New York Times. Tenemos a David Simon, creador de series que se han convertido en el paradigma de la brillantez televisiva como son ‘The wire’ y ‘Treme’. Y tenemos a Paul Haggis, director de ese peliculón del 2004, llamado ‘Crash’. Difícil fallar con semejante elenco. ‘Show me a hero’. Una serie lanzada, como no, por HBO.

Podría acabar aquí este artículo porque con este primer párrafo ya está dicho todo. Sin embargo, trataré de decir más.

Trataré de decir que esta serie te pregunta, te exige que te preguntes, te amenaza, te atosiga, te molesta. No te deja en paz.

Es una serie como tendrían que ser todas las series y todas las historias y todas las películas y todos los libros y el arte y la creación. Como tendrían que ser todas las cosas que importan. Repletas de preguntas sin respuesta posible pero que, aún así, misteriosamente, te ayudan a entender, a vivir, a ser mejor persona, a atender a lo que te rodea, a preocuparte por el otro, a responsabilizarte de lo tuyo y de lo ajeno porque todo, aunque no se quiera, está metido en la misma caja de sorpresas. Preguntas que te incitan a buscar, a seguir buscando, a repetir la búsqueda, a volver a empezar una y otra y otra vez. En modo inagotable.

Trataré de decir que esta serie plantea cuestiones fundamentales y las desarrolla en un contexto político y social.

Es un ayuntamiento, su alcalde, sus concejales y su oposición; y es una ciudadanía, impredecible y al mismo tiempo representativa de todas las sociedades del mundo y de todas las épocas. Un espíritu gregario y feroz. En muchas ocasiones, un enemigo. ¿Por qué hay una tragedia palpitando en la exposición de un héroe? Porque al mostrar al héroe también quedan expuestas las miserias del hombre. Ese es el conflicto principal, ese es el drama que deviene fácilmente en melodrama.

La tragedia es lo vulnerable del héroe. Una supuesta infalibilidad despojaría al héroe de su cualidad heroica.

Pero esto no lleva más que a otra pregunta. O a más. Y así, infinito. Sísifos con la roca a cuestas subiendo y bajando eternamente. Quizá no lo parezca pero lo que trato de decir es que en esta trayectoria ascendente y descendente lo que importa es la actitud. O al menos importa bastante.

‘Show me a hero’ es una serie con pocos espacios para el desahogo, muestra lo descarnado, lo violento y lo injusto del ser humano. Enseña lo que normalmente no se ve o lo que conscientemente se deja de ver porque hace daño a la vista. Revela que la política no es un concepto abstracto sino señores y señoras haciendo cosas que deben hacer y cosas que no deberían, ni de lejos. Expone que los ciudadanos a veces son turba colérica y otras veces civilización ejemplar. Y probablemente todo a un tiempo.

Es por eso que esta serie sitúa al espectador en una encrucijada y lo conmina a seguir, así como está, aturdido, confuso, dolorido, así, con su desconcierto a cuestas, como la roca de Sísifo, con su fardo de preguntas irresolubles.

Y es, también por eso mismo, por lo que ‘Show me a hero’ es una historia que se aleja de lo superfluo y va al quid, a la médula, a la pregunta. Es la exhibición del héroe. Es el cómo, pero no el porqué. Cómo el protagonista, héroe absoluto durante unos días, se transforma en tragedia existencial. Sin respuestas, sin descanso. Sin.

Título: Show me a hero
Creador: David Simon
Intérpretes: Oscar Simon, Bob Balaban, James Belushi
Cadena: HBO
Calificación: 4 / 4

Qué alegría aquí otra vez

MTV les invita al show de Alaska & Mario. Resulta que estrenan cuarta temporada de no se sabe qué, una cosa que da repelús (solamente hace falta echar un vistazo al cartel promocional que da mucha grima). Se les ve a ellos así, al natural, se supone que tal cual son. Por dentro. Defendiendo lo suyo. Se comenta que ella es muy culta y él es muy así, de decir lo que le sale. Ella el cerebro y él el corazón. Si no fuera porque es de llorar, sería muy gracioso. Dos segundos.

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