Opinión

Sectarismo

A VER qué sale hoy en el Congreso del bochornoso embrollo. En principio, Pablo Iglesias no logró con su chulesca tacada hacerse con el control de la televisión y la radio pública, pese a la humillante, generosa y antidemocrática ayuda de Pedro Sánchez, un títere entregado al cambalache, asfixiado por el pago de peajes. Seguramente lo hará, como ya había amenazado en su día, siguiendo las tesis de su maestro Maduro. La reacción lógica de los trabajadores del ente, y el ataque de celos del tornadizo PNV, frenaron el desbarre y las aspiraciones de, al menos, dos o tres informadores marcados (nada personal) por el sectarismo más rancio, sin muchos más méritos que los de tuiteros entregados al agravio, cuyas pruebas se apresuraron, por cobardía, a borrar nada más saber que sus nombres sonaban para el momio. En esto se sustancia el "añorado" proyecto, de corte fascistoide, llamado a regenerar y recuperar la imparcialidad de RTVE, que en lo sucesivo, si se cumple la amenaza, estará únicamente al servicio del entramado podemita, y si queda alguna migaja, al de los sociatas sumisos a la causa, bien sea por vocación u obligación. Solo queda el control de los medios privados. Se andará.

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