Satisfacción, claro

LA DECISIÓN EN FAVOR de Barreras y Navantia por «solidez» técnica y económica en la oferta representa una inyección de confianza en la capacidad de competir del sector naval gallego y de su futuro. La Xunta lo rentabiliza políticamente, lógico. Arriesgó mucho políticamente en la operación. No puede ignorarse esto. La duda estuvo además como una amenaza casi permanente como un arma de oposición. Un papel ese, en el proceso negociador, que afortunadamente para Galicia no se cumplió. Y la tacañería en el reconocimiento positivo desde la oposición contribuye a potenciar esa rentabilidad política para la Xunta que preside Núñez Feijóo. La noticia es buena, mírese por donde se mire, solo faltaría, y aunque no sea la varita mágica que acabe con los problemas para cubrir la capacidad de carga de trabajo, de pedidos, en el sector naval gallego, sí representa una apertura en bases reales de esperanza y confianza para el sector, al tiempo que garantiza empleo inmediato en Galicia. Lo corrector es celebrarlo. Y lo elegante, que también es rentable políticamente incluso en tiempo electoral, es felicitar a quien gestionó desde la responsabilidad de Gobierno.

RIESGO DE TONTERÍA

A Samaranch, el que anunció los Juegos Olímpicos para Barcelona, lo quieren dejar sin calle en esa ciudad. Tuvo cargos bajo el franquismo. Pero va a resultar difícil desde fuera entender que a quien presidió el Comité Olímpico Internacional y quien tuvo un papel fundamental en la designación de Barcelona como sede olímpica se le niegue el reconocimiento en una calle. ¿No habrá un exceso en ese rechazo a dar una calle a Samaranch en Barcelona? Si la pregunta se considera impertinente, entonces hemos avanzado peligrosamente en una línea de intolerancia. La apología y los honores a la dictadura y al dictador no parece que debieran impedir reconocer una labor como la del que presidió el COI.

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