Opinión

San Vicente

QUE CELEBREMOS la reposición de la talla de San Vicente en la Praza do Campo no repara el daño ni evita lamentar que todavía no se esclareciese el episodio que supuso el estropicio, lo cual evidencia la ineficacia policial o el escaso interés del Concello por aclararlo. Aun en el caso de que no sea fácil identificar a los autores de la arremetida a un bien patrimonial, más que una gamberrada, difícilmente se entiende que no se localizase ni a autores ni a testigos.

Es evidente que intervino más de una persona, y al ser una zona tan céntrica, de paso frecuente de gente, incluso de madrugada, cuesta creer que alguien ajeno a los ejecutores no haya visto cómo se demolía el monumento, teniendo en cuenta su volumen y el estruendo al despedazarse la talla pétrea.

Se adivina, sí, una preocupante carencia de colaboración ciudadana, pero también de una flagrante pasividad o indiferencia por parte de quienes tienen el encargo de neutralizar el libre albedrío de vándalos que actúan vulnerando las más elementales normas de convivencia y respeto por un legado patrimonial que es de todos. Pueden volver a hacerlo. Saben que no pasa nada. Nada.

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