''Salíamos los dos como novios con cuatro escoltas''

Teresa Cámara y Fernando Fernández.
photo_camera Teresa Cámara y Fernando Fernández.

en su armario hay dos togas. Ella, Teresa Cámara Pérez, es fiscal y ejerce la acusación solicitando al juez la pena para el encausado. Él, Fernando Fernández Olmedo, es el hombre que golpea el martillo y dicta sentencia.

Teresa y Fernando son de Madrid. Se conocieron en Bilbao, donde ambos ejercían y donde cada uno tenía asignados un par de escoltas. «Cuando empezamos a salir, no éramos dos, éramos cuatro. Era complicado, como también lo era relacionarse con el resto de la gente», cuentan.

Una compañera en común los presentó y, aunque Teresa dice que su relación fue bastante rápida, Fernando añade, con una sonrisa, que «me lo tuve que trabajar».

Se casaron -también bajo la vigilancia de sus escoltas- y se vinieron a Lugo sin saber casi ni dónde estaba. Había plazas, querían formar familia y buscaban tranquilidad. Fernando llegó en 2003 y aquí estuvo, en el Juzgado de lo Social número 1 hasta el año pasado, cuando logró plaza de magistrado en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Teresa se vino un año después. Su primera experiencia en Lugo fue la de buscar piso. «Me veían muy joven y me ofrecían pisos de estudiantes. Hasta que fue él, vestido de traje, no nos tomaron en serio», recuerda.

En Lugo, descubrieron la calidad de vida y la amabilidad de la gente. «Fuimos a comprar un mapa y la dependienta nos acompañó a la calle a indicarnos por dónde deberíamos ir. Lo mismo que los camareros, que ya nos ponían nuestra tapa preferida», comentan. Aquí, Fernando practicó pádel y cursó Inglés en la Escola de Idiomas. También hizo submarinismo en A Mariña. «Me hubiera gustado ser biólogo marino», reconoce. Y aquí tuvieron sus dos hijas.

Esta semana Teresa estrena plaza en Madrid. «Me voy yo, de momento. Fernando vendrá después», dice. Ahora ya saben cómo es Lugo y aquí dejan muchos amigos.

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