"No sabes ni cuándo ni cómo se te pasará esto, ni si pasará"

Esta lucense de 41 años lleva tres meses de baja, con síntomas que la han llevado tres veces a Urgencias y sin observar una mejoría duradera
Probas Covid a profesores no Hospital Provincial.
photo_camera Probas Covid a profesores no Hospital Provincial. AEP

A mediados de agosto, esta mujer a la que llamaremos Alicia porque no quiere dar ni su nombre real ni demasiados detalles que la puedan identificar acude a recoger a uno de sus hijos a una celebración y se toma algo durante media hora con otros padres en interiores. Seis días después, empieza a notar dolor muscular y malestar, como el inicio de una gripe. Una gripe en agosto, una rareza. Ese mismo día la llama uno de los asistentes a esa celebración para decirle que había dado positivo en covid.

Poco después le hacen la PCR a ella, su marido y sus hijos. Para entonces ya había perdido el sentido del gusto y del olfato. Fue la única de su familia que resultó contagiada. Ni el niño se infectó durante la celebración, donde se registró un brote con una veintena de contagios, o durante la convivencia posterior con ella. Tampoco su marido o su otro hijo lo hicieron, aunque evidentemente tuvieron que hacer cuarentena.

"Un día tienes dolor insoportable en el brazo o te cuesta respirar como si todo volviera a empezar"

La enfermedad de Alicia siguió su curso y, como ocurre a menudo, empeoró cuando llevaba cinco días de desarrollo. Empezó a tener dificultades para respirar y su médico la remitió a Urgencias por si se trataba de una neumonía. No lo era y regresó a casa. En la tercera semana de convalecencia empezó a tener mucha fatiga. "Era como si me hubiera pasado un tren por encima", dice.

A principios de septiembre tuvo síntomas impredecibles y variadísimos. "Un día tienes un dolor insoportable en el brazo, otro en el pecho, otro te cuesta respirar como si todo estuviera empezando de nuevo...", cuenta. La PCR que le confirmó su diagnóstico se había producido el 25 de agosto. El 14 de septiembre le hicieron otra y ya había negativizado el virus. "Yo me preguntaba cómo podía tener la PCR negativa cuando me seguía encontrando tan mal", explica.

"Volví a Urgencias en dos ocasiones más, una porque me costaba respirar y creía que podía tener neumonía, otra por un dolor muy fuerte en el pecho y agitación, pero me hicieron pruebas y no vieron nada", cuenta.

Esa ausencia de pruebas objetivas, de mediciones claras más allá de su percepción es algo que frustra mucho a Alicia. "Te llama el médico para hacer el seguimiento, para ver cómo vas y le cuentas lo que te pasa y piensas que el hecho de que te crea es un acto de fe", cuenta.

"Las pruebas siempre me dan bien. Me digo a mí misma que el hecho de que el médico me crea es un acto de fe"

En esa y en otras reflexiones, Alicia es una enferma acompañadísima. Son legión los pacientes que han expresado similares inquietudes: el temor a que los médicos no les crean, la dificultad de hacer entender a otra gente qué es lo que les ocurre, la tendencia de muchos a atribuírselo a la ansiedad... "Claro que puedo tener ansiedad, pero no es la ansiedad lo que me causa los síntomas. Si la tengo es precisamente porque tengo estos síntomas y no se me pasan", explica.

En su periplo, ha acudido a la consulta privada de distintos especialistas: neumólogos, cardiólogos... con la idea de que, quizás, un panel más amplio de pruebas mostraría algo objetivo. "Todos me dijeron que no veían nada, que estaba bien. Uno me dijo que parecía haberme puesto triste por eso, como si no me alegrase de que las pruebas me dieran bien. Por supuesto que me alegro, pero me resulta muy frustrante que no haya una prueba que manifieste lo que me pasa", apunta.

Cree que ha tenido mucha suerte con su médico de cabecera, que fue quien le dio nombre a lo que le pasaba. Se lanzó de cabeza al Google y comprobó la cantidad de afectados que había en España y la variedad de sus síntomas. Sigue con fatiga y malestar, a veces cefalea, a veces dificultad para respirar, que es quizás lo que más asusta. A veces lee de algún otro y se pregunta si lo acabará teniendo.

"Parecerá una tontería pero cuando leí que había pacientes con covid persistente con muchas dificultades para concentrarse, algunos que no eran capaces de leer un libro por ese motivo, enseguida me puse a leer un libro para ver si podía hacerlo", cuenta. Pudo hacerlo. Dice que tiene días mejores, los que alberga la esperanza de una mejoría, pero les siguen otros que le confirman que todavía no. No ha podido volver a trabajar.