Rossy de Palma: "Hacer cine en España es una carrera de obstáculos"

La actriz debuta el domingo como presentadora de la gala de los Premios Gaudí de la Academia del Cine Catalán, en los que está nominada por 'Anacleto'
Rossy de Palma
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A tres días de debutar como presentadora de la gala de los Premios Gaudí de la Academia del Cine Catalán, en los que está nominada por Anacleto, Rossy de Palma defiende a un sector acusado por algunos de vivir subvencionado pese a que, asegura, hacer cine en España "es una carrera de obstáculos".

En una entrevista con Efe, Rossy de Palma, nombre artístico tras el que se encuentra la mallorquina Rosa Elena García, explica que, comparándolo con el cine francés, en el que trabaja habitualmente, "en España sigue siendo muy duro conseguir financiación para hacer una película, y que luego te la distribuyan. Es una carrera de obstáculos".

A aquellos que atribuyen al cine ser un sector que vive de las subvenciones, la musa de Almodóvar les dice que "otros sectores como el del automóvil están más subvencionados. Parece que a la gente del cine nos regalan el dinero y vivimos del cuento, pero en este sector todo el mundo es autónomo".

Los del mundo del arte "seguimos siendo unos bohemios, pero no somos unos mimados ni vivimos del cuento", sentencia la actriz.

Echando la mirada atrás a su ya dilatada carrera, en los años 90 Rossy de Palma participó en varias películas norteamericanas como Prêt-à-porter, de Robert Altman, Pasiones rotas, de Nick Hamm, o Instintos ocultos, de Mike Figgis, aunque rodadas en Europa.

Revela la actriz que "hubo un momento en que Antonio Banderas me decía que me fuera y estuve a punto de quedarme en Nueva York en esa época, pero me decanté por Francia, conseguí un premio a la mejor interpretación en Locarno y luego tuve a mis hijos y ya no emigré".

Sobre su futuro cinematográfico, a Rossy de Palma le gustaría "hacer pequeños papeles en películas potentes, de mala malísima, con artes marciales o que fuera de acción. Tengo 51 años y todavía estoy en la flor de vida", exclama.

Se muestra muy agradecida a Italia, donde hizo "películas buenas, regulares y malas en un momento en el que no me llamaban en España", y, sobre todo, a Francia, que le ha brindado "riqueza artística" y le ha regalado la lengua francesa.

"Soy francófona y es maravilloso porque la lengua es la llave de las culturas", igual que ahora la gala de los Gaudí le ha permitido engrasar su catalán de Mallorca, que "te abre la puerta de la cultura catalana", destaca Rossy de Palma.

En la gala de los Premios Gaudí, que tendrá lugar el próximo domingo en Barcelona, Rossy de Palma se sirve bastante de su último espectáculo teatral, Resiliencia de amor, un monólogo sobre las tablas de inspiración surrealista, que fue un encargo originariamente en italiano del legendario Teatro Piccolo de Milán.

"El teatro me da la vida —afirma—, ejerce un efecto terapéutico brutal, me sana las heridas y me hace feliz, como la música. El cine me permite ponerme en manos de gente maravillosa y encarnar personajes que no existen, que es casi como una posesión mística".

Lejos de los corsés y de los textos memorizados de muchas de estas presentaciones, Rossy de Palma brindará al auditorio y a los telespectadores "una gala muy libre", como hace "siempre en escena".

Confiesa que es una "fetichista de los objetos" y que le encantaría ganar el Gaudí a la mejor actriz secundaria por Anacleto, no sólo por el director de la película, sino por que "es el premio más bello" que ha visto, "con esas chimeneas de Gaudí".

Tras la gala, entre abril y junio Rossy de Palma estará nuevamente en el Piccolo con La ópera de los tres peniques, de Bertolt Brecht y Kurt Weill; asistirá al estreno de su última colaboración con Pedro Almodóvar, Julieta y hará un par de películas, a las órdenes de jóvenes directores españoles.

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