SÁBADO 22.00 HORAS

Zahara: "Repetiremos y votaremos, pero que los políticos espabilen de una vez"

La sala Tebras se engalana este sábado para acoger el directo de Zahara, una cantautora con un impulso frenético por transmitir cada paso que da en su ajetreada vida
Zahara. NOEMÍ ELÍAS BASCUÑANA
photo_camera Zahara. NOEMÍ ELÍAS BASCUÑANA

El running le cambió la vida, pero no tanto como haber tenido un hijo, un hecho que la transformó en una nueva Zahara.

Hace tiempo le dio por el running e incluso creó una web en la que contaba sus experiencias sobre cómo el deporte le cambió la vida. ¿La mantiene o ya la tiene más aparcada ahora que es madre?
No sigo porque cuando me quedé embarazada paré de correr. Lo retomé un poco cuando tuve a mi hijo, pero en cuanto me he puesto a trabajar he tenido que elegir entre ser madre, ser trabajadora o ser runner y esto último ha desaparecido, de momento.

¿Por completo?
Ahora mismo sí. Mi hijo tiene 2 años y sigo pensando que me gustaría retomarlo, porque es verdad que me cambió la vida, la manera de entender mi tiempo, la organización, la gestión de mi espacio mental y lo echo mucho de menos, no te imaginas cuánto. Pero trabajo a un ritmo y estoy implicada en la educación de mi hijo de tal manera que no queda tiempo ni para el ocio, ni para los cuidados ni para correr. Ahí no llego.

La web Diario de una runner era muy curiosa. ¿Por qué esa pulsión por escribir, por comunicar cada paso que da en la vida? Tiene tres libros, compone, hace diarios...
Es verdad. En ese caso era porque fue algo tan positivo para mí que me parecía bonita contar mi experiencia y animar a aquellas personas que todavía no lo habían hecho. Porque yo empecé a correr con 30 años, no era una deportista pero a esa edad piensas que no lo necesitas, eres joven...mi idea era motivar a la gente. Pero en el resto de las cosas sí que me da por reflexionar, entender cómo somos, cómo nos sentimos, por qué hacemos las cosas, y lo transmito en mis canciones y a querer comunicarlo a los demás de todas las maneras posibles.

¿Cómo contaría esta época que vivimos de campaña electoral tras campaña electoral?
Hay cosas que me guardo porque tengo un altavoz con el que no quiero condicionar a una gente u a otra, pero sí que vivimos en un momento social muy delicado y ahora más que nunca hay que ir a votar. Por muy cabreados que estemos, eso no nos puede llevar a la pasividad. Al contrario, hay que ser activos y sentirnos parte de la sociedad. Es un momento decisivo y es una pena que los políticos no hayan hecho política y ahora los ciudadanos tengamos que hacer otra vez de ciudadanos. Repetiremos, pero que espabilen de una vez.

En su novela Trabajo, piso, pareja (2017) hablaba de las relaciones a partir de los 30, un tema que sigue presente en su poemario Teoría de los cuerpos (2019) y en muchas canciones. Nuestra felicidad o tristeza está vinculada a otras personas y estoy intentando entender eso. Sobre todo cuando estoy triste, eufórica, cabreada, entender qué es lo que pasa dentro de mí y cómo gestionarlo. En la novela hablaba de la complejidad de conciliar las relaciones sentimentales con nuestra pasión profesional en una época en la que tenemos incapacidad económica para ser solventes de manera individual. Ese acabar viviendo con alguien, que te gusta pero con el que no te acabarás casando, pero lo haces por presión social y económica.

¿Y en el poemario?
Hablo de las relaciones pero mucho más genérico. Y, sobre todo, físicas. Hablo de la intimidad, de la soledad, de la ruptura, de las distintas relaciones entre los cuerpos y de otros temas, más allá de la vida, de la muerte y de los sueños.

Y está lleno de ‘semaforismos’, conclusiones a las que llega en los semáforos en rojo. ¿Qué tienen esos ratos que llegamos a conclusiones tan trascendentales?
Cuando estás en un semáforo sin el ansia de que se ponga en verde, es cuando el cerebro viaja y va a sitios interesantes. Ahí encuentro yo los 'semaforismos'. El problema es que la mayoría queremos que se ponga rápido en verde. Es una forma de disfrutar el camino (risas).

Disco en 2015, novela en 2017, nuevo disco en 2018 y poemario este año. ¿En 2020 qué toca? ¿Un audiolibro?
(Risas). ¡Pues ‘Teoría de los cuerpos’ salió también en formato audiolibro! Ahora se hace así, es alucinante. Me encanta, porque además de la gente con problemas de visión, muchos lo eligen como una manera de consumir cultura mientras hacen otra cosa. El año que viene seguiré girando, sí que quiero componer ya para sacar algo en 2021, pero el próximo año seguiré presentando mi último disco dentro de una gira de teatros, reinventando un poco el formato.

¿Un formato más íntimo?
Será con toda la banda e iremos cambiando. Empezaremos enero y febrero con teatros y luego ya, en marzo y abril, salas con otro repertorio. La idea en 2020 es plantear distintos formatos para que quien ya me ha visto, que tenga una experiencia distinta si quiere venir de nuevo a un concierto.

Ha colaborado con Quique González, Love of Lesbian, Miss Cafeína o La Habitación Roja. ¿Alguien que le apetezca y todavía no ha podido ser?
Tengo muchas pendientes pero me encantaría hacer una con Abraham Boba, de León Benavente. Han sacado un discazo y me parecen flipantes.

Hace años se la incluyó en esa ola de cantautoras junto a Russian Red, Anni B. Sweet o Alondra Bentley. ¿Le pareció justo?
Esa clasificación fue desafortunada, porque el único motivo por el que se hizo es porque somos mujeres, ni siquiera teníamos un estilo en común. Fue un gesto bastante machista de la prensa. A día de hoy cada una ha seguido su camino y compararnos de manera negativa no tiene sentido. Russian Red está haciendo cosas increíbles en Los Ángeles, Anni B. Sweet está de gira con su nuevo disco, y Alondra sigue con su carrera. Yo he tenido popularidad porque mi estilo ha cuajado en un público más popular, pero lo bonito es ver como todas seguimos aquí, nos admiramos y nos respetamos.

¿Qué le diría la Zahara madre a la Zahara que no lo era?
Le diría que si quería tener un hijo que lo hubiese tenido antes, que es algo muy cansado (risas). Que con 20 años está muy bien, pero con 34 ya es algo cansadísimo. ¡Y que va a desarrollar una paciencia que va a flipar! Ni se lo puede imaginar.

¿Cómo ha sido ese reencuentro como artista después del embarazo?
Fue muy duro estar apartada de la música. Me he sentido sola y triste por no hacer lo que siempre ha sido mi vida, la música, pero al final te adaptas, entiendes cómo funciona lo de ser madre, cómo funciona tu hijo y encuentras una nueva manera de ser. La incertidumbre se pasa en cuanto descubres que eres un ser nuevo y que no tienes por qué ser quien eras.

Nueva Zahara, nuevos puntos de vista.
Una se cree que va a ser la misma pero no, eres distinta. Hay que aceptarlo porque es un camino maravilloso.

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