Opinión

¿Remontada del Gobierno?

El malestar de las fuerzas políticas por la escasa tendencia del Gobierno a consensuar sus decisiones puede volver a poner al PP en modo acoso y derribo

LOS EXTRAÑOS sucesos políticos de estos últimos días en torno a la votación de una nueva prórroga del estado de alarma, que pareció devenir en moción de censura a Sánchez, ha venido a escenificar una derecha dividida y un Gobierno reforzado.

Las apariencias engañan, porque resultan de unos apresurados movimientos tácticos de escaso recorrido: los contactos de Moncloa con PNV y Cs para ganar la votación y desarmar al líder del PP, Pablo Casado, que había amagado con tumbar los planes de desescalada decretados por el Gobierno.

Esos planes ya tenían la enemiga de los grupos nacionalistas en base al supuesto centralismo del mando único. La matemática no engaña. Si al desmarque nacionalista se sumaba el desmarque de la derecha de toda la vida, la cabeza de Pedro Sánchez empezaba a oler a pólvora.

Y así lo entendió el propio interesado. Pero en vez de intentar ganarse al principal partido de la oposición, prefirió hacerle algunos favores al PNV y a Ciudadanos como una forma de desactivar la maniobra del PP, que tal vez llegó a creer que tumbar la prórroga era tumbar a Sánchez.

La maniobra del PP no funcionó y finalmente la prórroga quedó aprobada este miércoles. ¿Quiere decir eso que de esta comedia de enredos sale consolidado el presidente? No. El acercamiento de Cs a la causa de Sánchez es ocasional. Su incompatibilidad con Podemos hacen imposible un crecimiento de Arrimadas a la sombra de la coalición en el poder.

El hecho de que el Gobierno haya superado la última votación sobre el estado de alarma (prolongación hasta el 24 de mayo), no deroga el malestar por los errores del mando único en la gestión de la crisis sanitaria en relación con los estragos de la misma sobre el tejido económico. Tampoco deroga el error de Sánchez con su advertencia conminatoria de que solo el caos podía ser alternativa a sus planes ("No hay plan B").

Venció. Pero no porque los demás fueran sensibles a esa especie de amenaza, sino porque sus señorías entendieron de forma abrumadora (178 síes, 76 noes) que no tiene sentido "politizar la emergencia" (Sánchez dixit). Y que, aunque el país no esté en manos del mejor cirujano, no es el momento de tirarle de la bata. Lo cual no ha impedido que el Gobierno le haya visto las orejas al lobo, pues el desmarque de sus amigos de ERC y el malestar de las fuerzas políticas por la escasa tendencia del Gobierno a consensuar sus decisiones, puede volver a poner al PP en modo acoso y derribo contra el adversario.

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