Blog | Recto verso

Regalos que ya no hay

Las dádivas se inflaron y desinflaron con el paso de los años, aunque hubo épocas gloriosas

SUPE DE alguien al que por estas fechas le regalaban siempre unas nécoras. Cada año, poco antes de Navidad, alguien acudía a su casa, en pleno centro de Ribadeo, y descargaba allí un cubo de nécoras todavía vivas. Era una familiar mía la que se encargaba de recogerlas con cierto repelús. Eran mediados o finales de los años 70 y esa mujer se encargaba de mantenerlas en perfecto estado de revista un par de días hasta que el receptor auténtico del regalo le daba el pláccet y se las zampaba. Siempre ofrecía a esta familiar mía participar del festín, pero ella ni sabía comerlas ni maldita la gana que tenía de aprender, así que año tras año soltaba algún improperio, seguramente siempre el mismo, y se tomaba un plato de leche caliente con pan (al desayuno tomaba una taza, pero a la cena era un plato) o unas judías, que eran dos de sus cenas más recurrentes.

Algunas veces pude ver la cantidad de nécoras que entraban en aquel gran cubo. Tengo muchas dudas de que a día de hoy alguien siga recibiendo tal cantidad de nécoras recogidas directamente en algún punto de la costa ribadense. Desde luego estaría perdiendo una pasta.

Me pregunto si pasará lo mismo con lo de los regalos a los alcaldes. Siempre fueron un misterio para mí. No los regalos como tal. Si no saber si sería verdad todo lo que se contaba de ellos y la metodología utilizada para entregarlos así como la sutileza tan elaborada que al parecer se usaba para reclamarlos.

Como es un tema delicado, evitaremos dar nombres.

El primero del que tuve conocimiento en este trabajo era de una zona opuesta a la que vivo. Este hombre en concreto resultó ser un buen amigo de los percebes y los compañeros de profesión de la época contaban relatos bastante asombrosos de la cantidad de ellos que era capaz de ingerir.

De otro más centrado se contaba que directamente recibía en casa o en la lejana Asturias, ajeno a miradas insidiosas y a gasolineras, en las que hoy en día siempre parece haber un metomentodo con un móvil dispuesto a montar un buen pollo. También se comentaban sus gustos refinados que nunca mostraba en las comidas que en los 90 se hacían con los medios de comunicación, una moda afortunadamente agotada por falta de asistencia primero y de presupuesto después. Además de que con el paso de los años se fueron generando situaciones incómodas entre políticos y periodistas y también entre los propios juntaletras que hicieron que aquello se enterrase. Me parece bien.

Últimamente escuché casos de alcaldes que recibieron corderos. Esto me hizo gracia de una forma particular, porque no podía quitarme de la cabeza al regidor en cuestión como una especie de San José que recibe a los pastores que le llevan los corderos al portal, metáfora muy oportuna a estas alturas del mes.

Tampoco faltaron los comentarios puros y duros de recepción de dinero por atrás. Esos los hubo siempre y siempre los habrá. De hecho hubo tantos y de tan variadas cantidades que uno ya no sabe qué pensar. En esta casa uno de los supuestos suministradores de capital llegó a concretarnos la cantidad entregada, pero todo parecía tan grosero que nunca supimos si aquello iba realmente en serio o nos estaban tomando el pelo.

Vaya usted a saber. Hay que citar un caso famoso y concreto del que se puede poner el nombre porque acabó por ser de dominio público. Cuentan que en cierta ocasión el exalcalde ribadense del BNG Eduardo Gutiérrez recibió en su despacho un regalo cuyas espinas se le atragantaron. Llamó a la Policía Municipal y ordenó que lo llevasen de vuelta al remitente, como si fuese una de esas multas de tráfico que no queremos recibir. Nunca supe cómo se filtró aquello, porque él no lo hizo público. Pero la voz se corrió y con el paso de los años quedó como una marca registrada. Cómo lamento no haber estado presente en el momento de la entrega para ver la cara del hombre o mujer ante su regalo llegado de vuelta.

Más allá de que estos episodios se repitiesen o no, tengo para mí que la actitud mostrada en aquella ocasión por Eduardo Gutiérrez no se repitió demasiado. Más bien creo que si trascendió el paso del tiempo fue porque acabó por convertirse en una excepción. Entre tanto chorizo y mangante que parecen multiplicarse, esas cosas son especialmente valoradas hoy en día.

De aquello pasamos a la necesidad de realizar un striptease integral en el que todo el mundo debe ser absolutamente inmaculado, incluso en sus expresiones. Otro regalo, pero envenenado.

EL GUSTO. Una opción inesperada en A Pontenova

EL PASADO jueves este diario les adelantó que la ferrería de Bogo fue comprada por un empresario francés. Y con amplias miras: quiere rehabilitar el entorno y hacer un museo del pan y hasta apartamentos turísticos. Se verá con el paso del tiempo cómo queda la cosa, porque muchas veces todos estos proyectos acaban algo desinflados. En todo caso, sea como fuere, lo cierto es que se trata de una buena oportunidad para A Pontenova de captar turistas, algo que el alcalde, Darío Campos, persigue hace tiempo porque está convencido de que el futuro puede pasar por algo así.

EL DISGUSTO. Un nuevo caso de polémica en la clase política

LA QUE fuera cabeza de lista del PSOE en Riotorto, Emilia Seoane, parece estar agobiada y atosigada por el que fuera su partido, hasta tal punto que solo siete meses después de que comenzase su periplo en el Concello decidió que no estaba a gusto en el PSOE y que lo dejaba. Pero el partido, no el Concello, porque tuvo a bien guardarse para sí el acta de concejala y pasarse al grupo de no adscritos. Una de esas actitudes que hacen que la ciudadanía desconfíe por principio de políticos que parecen estar solo por intereses particulares. Más los de alguien que no hizo pública una sola iniciativa en siete meses.

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