Ramón Díaz Freijo

Díaz Freijo, herido en el tiroteo de 1911 

El entierro del médico de Viveiro se convierte en una disputa sobre si debe hacerse en sagrado o no

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El Progreso 25/05/2020

RAMÓN DÍAZ FREIJO (Viveiro, 1848), fue uno de esos hombres que en vida logran la rara unanimidad de criterio para que todos sus vecinos lo tengan por bueno. En su caso lo fue como seminarista, político, periodista y médico, hasta su muerte, el 22 de mayo de 1924.

Durante su entierro se produce lo que la prensa califica de “lamentable incidente”. Un numeroso grupo de vecinos se opone a que Díaz Freijo sea enterrado civilmente, para lo cual ciegan la fosa abierta para albergar su cadáver. Las autoridades locales optan por no intervenir con el fin de evitar males mayores y finalmente es enterrado en otra fosa abierta en el cementerio católico.

Más que una muestra de discrepancias, el episodio es prueba de la apropiación que todos quieren hacer del Médico dos Pobres, título que alude a su entrega a los demás y a las numerosas ocasiones en las que el cobro de sus servicios queda pendiente para otro día que nunca llega. 

Es presidente del Comité Republicano de Viveiro, patrón del Colegio Insigne y director de Sanidad del Puerto de Viveiro, así como concejal y director del semanario El Vivariense.

En 1911 la política de Viveiro vive encorsetada en bandos, más que en partidos. Liberales y conservadores se comportan con extremo radicalismo y ese ambiente va a propiciar dos sucesos violentos.

Desde la Restauración, los conservadores se agrupan en torno a la familia de Bartolomé Basanta Miranda, liderazgo que será continuado por su yerno Ramón Rebellón Zubiri. Los liberales hacen lo propio alrededor de Francisco López Carballés, y posteriormente, con su hijo, el banquero Benigno López Muñoz.

El domingo 5 de noviembre se producen graves disturbios a las puertas del ayuntamiento, mientras se procede a la proclamación de los candidatos en las elecciones municipales. Los liberales de Benigno López, apoyados por los mineros de Silvarosa, pretenden que los suyos se hagan con el Ayuntamiento en virtud del artículo 29 de la Ley Electoral, el famoso “carallo vintenove”.

En medio de un intenso tiroteo la vecina de Santa María de Cabanas, Clara Peón, vendedora de quesos, es alcanzada por un disparo y muerta.     También resultan heridos de consideración Díaz Freijo, el comerciante Matías Nistal y el anterior alcalde, Juan Muiño Cora, que será asesinado tiempo después. 

A Freijo, herido en un brazo, se le atiende en la farmacia de Plá por los doctores Bujados y Michelena, que no pueden extraerle la bala incrustada en el hueso. Freijo es tildado de “conocido perturbador” en la versión de lo acontecido por parte de la Guardia Civil, lo que obliga a El Progreso a defender su buen nombre.

“Conocemos a Freijo, y sabemos que no puede calificarse como se le califica. Freijo es un poético entusiasta, honrado, querido extremadamente por el pueblo por su carácter bondadoso, por su filantropía, por su altruismo. Quienes lo hirieron, desde las trincheras municipales, realizaron un acto de bandidaje, de salvajismo.”

Otro periódico comenta que el minero que hiere a Freijo usa un revólver de poco precio, por lo cual, su acción está casi justificada. A lo que le replica un colega: “Ya lo saben los encargados de administrar, justicia. El precio y la calidad del arma empleada constituye, por lo menos, una circunstancia atenuante”.

Con la República, en 1931, años después de su muerte, se constituye la Fundación Ramón Díaz Freijo para atender a doce pobres durante el inverno y en 1934 se erige un monumento a su memoria que hoy se encuentra en la Praza de Lugo.
 

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