Portomarín trata de recuperar su brillo

Jardín y galería interior de la casa del médico. Fotos: SEBAS SENANDE
photo_camera Jardín y galería interior de la casa del médico. Fotos: SEBAS SENANDE

Cuando el pabellón de Portomarín abrió sus puertas, hace casi medio siglo, era un equipamiento modélico y su suelo de parqué atrajo a los mejores equipos de fútbol sala de la provincia, incluidos los de la capital. Hace un año, el Concello tuvo que cerrar de forma temporal esas instalaciones al caer parte de la cubierta. Aunque los gestores públicos admiten en privado que es ahora uno de los peores pabellones de Lugo, hubo que reparar esos daños sin apoyo de otras administraciones.

Ese deterioro de un polideportivo antes ejemplar se repite en muchas dotaciones, que conforman una herencia envenenada para el Concello que genera mucho gasto y se intenta poner de nuevo en valor.

Hace 50 años, cuando Fenosa construyó la presa de Belesar y anegó el viejo pueblo, trató de compensar a los vecinos por su sacrificio y construyó un nuevo asentamiento con servicios y equipamientos de primera, inusuales en localidades de ese tamaño.

El uso vecinal del pazo de Paredes, una aspiración que está más cerca
El Concello ultima la compra de la vieja casa sindical, ahora cerrada, con la idea de convertirla en ateneo y centro social

En el extenso inventario de inmuebles municipales de Portomarín no está la que, para Juan Serrano, es «a casa máis emblemática», el pazo de Paredes, cuya compra ultima el gobierno local para que vuelva a ser lugar de encuentro vecinal. Con la reciente venta de una vivienda, el Concello abonará los 180.000 euros en los que tasó el edificio el Ministerio de Empleo, copropietario del pazo junto a varios sindicatos.

El inmueble, que data del siglo XVI, estaba en estado ruinoso cuando se construyó la presa de Belesar, y se volvió a levantar en la nueva villa, conservando piezas originales como la entrada o la balconada.

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