Opinión

Podría arder más

EL ARDE Lucus es la más brillante idea de promoción de la ciudad desde que a mediados de los sesenta el gran Alfredo Sánchez Carro discurriese aquello de "y para comer, Lugo". Reivindicar el pasado romano de nuestra villa en una fiesta de dos días basada en el entusiasmo vecinal (son los lucenses quienes dan lustre a las actividades con sus vestimentas y sus avíos) es un triunfo cultural, lúdico y cívico. Sin embargo, tengo la impresión de que el Ayuntamiento se ha relajado, dando por hecho que la calidad de la fiesta, que es mucha, la hace marchar sin ayuda. Olvidan que cuando más porrazos se pega un niño es cuando se cree que anda muy bien en bicicleta. Este año todos coinciden en que ha habido menos visitantes, y es una lástima, porque también ha sido la edición más exitosa. Desde lejos, permítanme hacer un análisis: se ha patinado en la promoción. Se hizo poca y mal: en Madrid, por ejemplo, se presentó el programa cuando faltaban dos días para el inicio de los festejos, y no tengo noticias del desarrollo de campañas publicitarias en poblaciones limítrofes a Lugo, de esas que quedan a una hora en coche y son perfectas para un “sube y baja” de fin de semana. Me da la impresión de que en el concello han decidido que la mejor forma de animar el Arde Lucus es lanzar al aire descabelladas cifras de asistencia. Pero difundir que en Lugo se esperan medio millón de visitantes tal vez no hace sino disuadir al turista mínimamente precavido, que piensa con razón que si una ciudad de cien mil almas multiplica por cinco su parroquia, no podrá sino sumirse en el caos más absoluto.  El Arde Lucus es una fiesta familiar y de raíces culturales, y a veces parece que nos la venden como los sanfermines. Reivindiquemos sus particularidades y su esencia: su carácter popular, civilizado, amable. La movilización de la gente. El regreso al pasado. Y, para próximas ediciones, seamos previsores y hagamos mejor las cosas. La fiesta lo merece. Lugo, también.

Comentarios