Opinión

Pichafrías

La ciudad no parece consciente del mazazo que supondrían los posibles descensos del CD Lugo y del Breogán

A LOS QUE SON como yo, en mi pueblo los llamamos pichafrías. También vale mingafrías, para estas cosas del ni fu ni fa no nos merecen la pena los extremismos. Sí somos más puristas en los juramentos, sobre todo cuando es para cagarse en nuestros cristos, vírgenes y santos; precisamente por eso, porque son muy nuestros y nos merecen mucho respeto. Juramos -allí no le decimos blasfemar, eso es una cosa muy fea- mucho y con fundamento; todos, pero sobre todo los más creyentes, que es como que le ponen hasta otro énfasis, lo hacen con más maña y suelen estar muy atinados, son juramentos muy bien traídos.

Para mí el juramento entra casi en el terreno de la morriña. Apenas lo uso cuando no estoy en mi pueblo, por respeto a las costumbres y porque si se hace para oídos no entrenados se desperdician muchos matices. No merece ni la pena el esfuerzo.

Será por eso, digo yo, que llevo una temporada que en el Anxo Carro y en el Pazo me siento como en casa, venga mingafría para allí, venga juramento para acá. Y eso que algo me contengo por mi hijo, que a ratos me mira como si estuviera meditando pedir judicialmente que me retiren la patria potestad, como pensando: "¡Cagondios, con lo pichafría que es mi padre en el pueblo, hay que ver cómo se pone aquí!".

"Con algunos mingafrías que hemos tenido en el césped, en la cancha y en los banquillos, esperanzas, las justas"

Y para nada, lo que es peor, porque después de todo tenemos al CD Lugo y el Breogán en riesgo descenso. Y digo en riesgo por no escribir lo que pienso, porque con algunos mingafrías que hemos tenido esta temporada en el césped, en la cancha y en los banquillos, esperanzas, las justas.

A mí a veces me daba por pensar que en realidad estaba todo muy a tono con el mismo Lugo, una ciudad a la que parece que le cuesta entender el valor que tiene que CD Lugo esté en Segunda A y el Breo, en la ACB. Y no hablo del valor deportivo, sino de la importancia para la ciudad, te gusten o no el fútbol o el baloncesto. Supongo que pasará como siempre, que se empezará a echar de menos cuando ya sea tarde.

Ya tuvimos este debate cuando aquello de las transformaciones en sociedades deportivas y del dinero público invertido en ambos, en uno más que en otro. Y del que todavía se invierte.

Claro que nunca faltan necesidades que cubrir en una situación de inversiones capadas y carencias históricas, pero la política es el arte de administrar bien recursos limitados. Unos recursos que deben proteger sobre todo a las minorías más desfavorecidas, pero también a las mayorías que deben sostener el sistema para que siga funcionando.

Por ejemplo, la inversión en promoción ahora que todos parece que tenemos claro que uno de los escasos motores económicos que tenemos es el turismo ligado al Camiño de Santiago y a la nuestros patrimonios de la Humanidad. Reto a cualquier experto público o privado a que consiga con el mismo dinero que nuestras instituciones destinan a Breogán y Lugo el impacto promocional que se obtiene con ellas. Estamos hablando de algo que ni siquiera sería posible contratar disponiendo de todos los recursos económicos posibles, porque no existe esa posibilidad de campaña publicitaria: que durante toda la temporada, el nombre de la ciudad se coloque todos y cada uno de los días en las previas, jornadas y resúmenes de todos los programas y medios deportivos del país; el simple hecho de que suene o se escriba la palabra Lugo en todos esos espacios y llegue a todos los rincones de España, porque, nos guste o no, lo que arrastran el fútbol y el baloncesto no puede ni soñarlo cualquier otra actividad.

El Breo, por quedarnos en algo reciente, acaba de jugar con la camiseta de la promoción del Arde Lucus -que no es bonita ni mirándola con cariño, pero es la del Arde Lucus- en las pistas de Real Madrid y Valencia, ambos partidos además entre los más seguidos a través de la televisión.

Podríamos seguir con la influencia directa de ambos equipos en la hostelería de Lugo, un sector que, también hay que decirlo, muchas veces se ha comportado como un pichafría con los dos pese a ser el que se chupa la buena parte de sus efectos beneficiosos. Con especial protagonismo en este caso del CD Lugo, que llena hoteles y restaurantes tres o cuatro fines de semana que serían perdidos sin los miles de aficionados del Oviedo, el Spórting o el Dépor.

No sé si llegaremos a tiempo de darle la vuelta a situación. No soy nada optimista, pero todavía nos quedan balas que gastar. Las últimas, pero sería un detalle no dispararlas contra nuestras cabezas. El impacto emocional del descenso entre los aficionados sería como para empezar a juramentos y no parar, pero el impacto económico y social se dejaría sentir hasta entre aquellos a los que Breo y CD Lugo ni les van ni les vienen.

Estamos ante el momento crítico en el que todos deberíamos aportar un último esfuerzo, más que nada para no volver a ser, al menos en este ámbito, una ciudad ni que fu ni fa, una muralla de pichafrías.

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