Opinión

Perspectiva

A Tinería, sus casas y sus gentes, está llena de esperanzas truncadas

Una calle de A Tinería
photo_camera Una calle de A Tinería. XESÚS PONTE

NO ES fácil aprender a valorar lo propio, y menos cuanto más cercano lo tienes o lo sientes. Por lo general, ese aprecio, la consciencia de su valor, suele necesitar de una mirada ajena que nos ayude a abrir los ojos y del entrenamiento de la mirada propia, que solo se logra a base de experiencia y comparación. A esto lo solemos llamar adquirir perspectiva, y a lo máximo que podemos aspirar es a que, con suerte, esa revelación nos llegue a tiempo, antes de que sea demasiado tarde.

A mí me pasó con el casco viejo de Lugo, que de tan cerca que lo tenía, de tan mío como lo sentía, lo miraba mal, con ojos inyectados de reproches. Pero pasa que viajas y conoces y, aunque no te lo plantees, comparas, y en la comparación se fue creciendo. Y pasa, sobre todo, que a estas alturas ya lo has ido paseando y viendo con las miradas ajenas de los muchos amigos y familiares que han venido de fuera y que te lo descubren como el pequeño tesoro que ellos ven, que te inflan el pecho con un agradable orgullo paleto, que te van despejando de reproches la mirada. Hasta que ese casco viejo que ves cada mañana por la ventana de tu casa te empieza a doler de otra manera, a la manera que solo puede dolerte lo propio, aquello con lo que no puedes permitirte la resignación, aquello con lo que solo puedes relacionarte desde la esperanza, porque su futuro es también tuyo.

La partida de cartas entre tahúres mancos que están jugando la Xunta y el Concello pinta horrible


Me pasa con el casco viejo de Lugo, decía, y me pasa especialmente con A Tinería, a cincuenta metros mal contados de la puerta de mi casa, una de las zonas con más encanto de la ciudad y más injustamente olvidadas pese al ruido. Creo que el abandono consolidado de las instituciones, y especialmente la local, a lo largo de tantos años es uno de los mayores errores que hemos cometido como ciudad. Primero fue una condena por tradición, luego por dejadez y después por excesos de prejuicios. Y, siempre, por falta de perspectiva.

A Tinería, sus casas y sus gentes, está llena de esperanzas truncadas, de ocasiones perdidas. Todo apunta que la oportunidad que tenemos ahora delante seguirá el mismo camino, rodando por ese despeñadero de la vida que revienta contra Porta Miñá.

La partida de cartas entre tahúres mancos que están jugado la Xunta y el Concello a cuenta de la decena de locales rehabilitados en la zona pinta horrible. Sobre todo porque ni siquiera alcanza a ser una partida de cartas, sino dos administraciones haciéndose trampas al solitario y al final, como siempre, perdemos todos los lucenses.

Se ha invertido un buen montón de tiempo y dinero en rehabilitar esos locales comerciales, y darles una salida rápida y eficaz sería la mejor manera de empujar A Tinería hacia una vida que ofrezca algo más que mañanas de mercadillo, de prostitución, de derribo y noches de orines y borracheras.

La guerra que han iniciado Concello y Xunta a cuenta de los locales es la reedición de otro episodio que todavía estamos pagando, y lo que nos costará: el tristemente famoso auditorio. El desinterés de la Xunta por Lugo quedó patente en ese momento al entregar una obra inacabada, un contenedor sin las dotaciones necesarias para considerar ese edificio otra cosa que un pabellón de diseño. Una desvergüenza que tuvo cumplida réplica con la peculiar manera de gestión que parece haberse instalado en el Concello lucense desde hace seis o siete años, una política veleta que gira entre la inconstancia y la inoperancia.

Después de tres años de pasarse la pelota, ya conocemos el resultado: Lugo ha eximido a la Xunta de pagar el Ibi por sus edificios en la ciudad a cambio de que se encargue de las dotaciones del auditorio. Es decir, que al final lo pagamos los lucenses con nuestro dinero, pero además hemos perdido un tiempo estupendo y seguimos sin auditorio.

Con la que están liando entre todos con los locales de A Tinería apostaría a que la cosa no acaba mejor, con la diferencia de que en este caso hablamos del corazón de la ciudad, el tipo de lugares de los que Lugo debería poder presumir si quiere aspirar a ser algo más que una referencia de paso en una web cutre de turismo low cost. Estas cosas pasan cuando se cruzan las ambiciones personales de alguno con la incapacidad de gestión de otros, cuando lo único que deberían hacer ambos es sentarse a hablar asumiendo que el dinero, salga de un bolsillo o del otro, es nuestro. Así que a vender la moto electoral a otro sitio.

Sinceramente, me trae sin cuidado si los locales se ceden al Concello, se venden, se alquilan o se subastan. Cualquier solución es buena si sirve para que A Tinería no vea como se encalla una vez más su futuro, como se despeña otra oportunidad contra Porta Miña. Lo único importante es que esos locales estén disponibles de inmediato y en uso, en manos de emprendedores que tengan una mirada limpia de partidismos, mejor perspectiva y un proyecto que no se ahogue en un reguero de orines.

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