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Peatonalizar, ¿para qué?

Dice con frecuencia el nuevo gobierno lucense que estamos en una nueva etapa y que, a la vez que hay que continuar con lo bien hecho, en otros casos hay que reenfocar asuntos y reconsiderar decisiones. Es legítimo y parece que ya lo ha empezado a hacer, a la vista del giro copernicano que ha dado en el tema del auditorio. El gobierno de Lara Méndez mantiene que el Concello no tiene el dinero que se necesita para equipar el nuevo centro, ni posibilidad de conseguirlo; que no hay ningún papel que diga que es el Concello quien tiene que ocuparse de esa parte, y que en otras ciudades el grueso de la financiación ha corrido a cargo de la administración autonómica. Y que, además, la Xunta está de acuerdo o, al menos, «non dixo que non».

El problema es que quien dice todo esto es una persona -Carmen Basadre, concejala de cultura- que formó parte de un gobierno que durante los últimos diez años nos vino diciendo que el equipamiento iba a correr a cargo del Concello y que incluso había dinero reservado para él. Ahora dice que a lo mejor no se explicó bien el tema. «Ás veces ao mellor dicimos as palabras nun sentido que non é exactamente o que queremos dicir», afirmó la semana pasada. Eso, o lo sucedido fue una de esas muchas huidas hacia adelante que hubo en los últimos años y con la que ahora tienen que apechugar los sucesores.

Convendría analizar si vale la pena seguir cerrando calles al tráfico o mejorar lo que ya tenemos

Más vale que, como dice Basadre, sea cierto que en la Xunta hay esa voluntad de hacerse cargo en buena medida de acabar el auditorio, como hizo en otras ciudades y, es cierto, entra dentro de lo lógico. Es razonable que se entregue el edificio acabado, listo para ser utilizado. Pero si no es así, Lugo va a sufrir una vez más las consecuencias de la falta de entendimiento institucional, de la falta de previsión y de ser una de las niñas feas de Galicia. Hasta Feijóo reconoció la semana pasada que la Xunta reparaba con el auditorio el «agravio histórico» que sufría Lugo. Se refería a las infraestructuras culturales, pero podría extenderse a otros ámbitos.

Este artículo iba a ir -e irá- sobre el debate que vuelve a haber sobre la peatonalización, pero la reflexión sobre el auditorio viene al pelo porque, además de haber sido uno de los temas de la semana, es un ejemplo de los problemas que pueden surgir cuando se actúa sin mucha reflexión, por impulsos, movidos por tendencias o oportunidades de inversión.

A estas alturas supongo que nadie discute que las peatonalizaciones son positivas, que transforman y dan un plus a las ciudades. Reducen el uso del coche y, en la misma medida, el gasto y la contaminación; promueven la salud y dinamizan la economía, porque a la par que se camina se consume más y los espacios peatonales gustan más a los turistas. Todo esto funciona si las peatonalizaciones están bien hechas, se ofrecen alternativas de desplazamiento y se garantiza que se pueda usar el coche cuando este es imprescindible. No olvidemos que hay personas enfermas, emergencias, bultos que no se pueden llevar en la mano...

En Lugo seguramente se podría decir que el balance global de las peatonalizaciones hechas hasta el momento es positivo, pero solo hay que pararse un poco para ver que hay mucho por andar. Y lleva a preguntarse si lo más conveniente es seguir cerrando calles al tráfico o si convendría mejorar lo que ya tenemos.

Si el Concello no logra dar un giro al servicio de bus urbano habrá hipotecado la ciudad para muchos años

Por supuesto que los vecinos y los negocios tienen que tener servicios, pero no es normal que a media mañana lugares como la Praza de Armañá o Campo Castelo estén abarrotados de furgones de mercancías. Habrá que revisar los horarios de reparto -aunque para eso los hosteleros y comerciantes tengan que estar antes en sus locales- y establecer espacios inmediatos a las zonas peatonales para que esos vehículos puedan parar.

No es de recibo que las calles Divina Pastora o Menorca, prácticamente las únicas peatonales que hay fuera de murallas, sigan estando llenas de coches porque hay conductores que no entienden de normas ni Policía que haga cumplirlas. Es difícil de entender que se enlosen las calles y en fiestas se dejen entrar camiones hasta la Praza Maior. Y no es un buen ejemplo que el coche oficial del Concello -y los autos de algunos medios de comunicación, vale- llegue hasta las puertas del mismo cuando podrían recoger a los políticos en la Ronda, a 200 metros.

La propuesta del BNG para peatonalizar la Ronda en A Mosqueira que se debatirá en el pleno de esta semana suena bien, pero para eso, y en general para que Lugo mejore, es imprescindible abordar en serio la movilidad de la ciudad y ofrecer un transporte público eficaz. El servicio acaba de adjudicarse y en el plazo de un año debe haber una propuesta de reorganización. Si el Concello no logra darle un giro habrá hipotecado la ciudad para muchos años.

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