Opinión

Partida eléctrica en puertas de la Navidad

El lunes comienza una de las subastas de incentivos eléctricos a la industria más decisivas de los últimos tiempos, al coincidir con el tira y afloja por el anunciado cierre de Alcoa en A Coruña y Avilés. El momento es crítico también para San Cibrao porque se jugará las bonificaciones que harán de Aluminio una planta rentable en 2019; o no. Las últimas pujas recortaron la retribución de la interrumpibilidad en un 40% y ello, según criticaron las industrias electrointensivas, ha dejado temblando la competitividad de muchas plantas, incluida Alumnio San Cibra, tras años de bonanza.

El Gobierno no juega a dejar caer Avilés y A Coruña pues el lote de megavatios que oferta es similar al último: 2.600. Si Alcoa ‘compra’ desconexiones —menos jugosas en todo caso al eliminarse los bloques de 90 MW que solía acaparar— o se desconecta definitivamente en ambas plantas, es algo que ahora, en vista de los ERE planteados y con vía libre legal, es lo más probable.

Para evitarlo, el Ministerio de Transición Ecológica tiene en el reparto de compensaciones de costes por emisiones de dióxido de carbono otra carta que todavía no ha jugado y hay 150 millones más a repartir junto a los previsibles 275 que saldrán de la interrumpibilidad, si la subasta es parecida a la última.

También se ha guardado en la manga el plazo, pues lo mantiene en seis meses y no como piden las industrias, de un año o más. En realidad, lo han pedido las empresas y muchos partidos, incluidos los de izquierdas. En Marea y Unidos Podemos no se cansan de repetir que el sistema semestral aboca a los cierres, siguiendo el argumento patronal de que así es imposible plantear estrategias de futuro e inversiones.

A decir verdad, parecen contradecirse sobre la política industrial pues ora se dedican a poner una vela a dios; ora al diablo. Un día piden mejor precio y estabilidad en la tarifa eléctrica para las empresas y al siguiente la intervención estatal de las fábricas.

Fue lo que propuso Pablo Iglesias en su reciente visita a A Coruña, un viaje solidario con los trabajadores que, es verdad, otros no han hecho pero con argumentos cogidos con pinzas. Si se está en contra de intervenir comunidades autónomas, ¿a santo de qué debe hacerse con las empresas?

Sobre la viabilidad de Inespal cuando fue privatizado, habría mucho que matizar. Y ya no digamos el tono monárquico al considerar la planta de A Grela como "«una de las joyas de la corona de la industria española".


Estoy casi seguro de que no le dejaron entrar en la fábrica. De haber podido hacerlo e intentar pasar entre las cubas de electrolisis, tendría que ponerse máscara antigás pues resulta imposible atravesar sin ella aquella nave. No se instalaron extractores como en San Cibrao, lo que refleja la obsolescencia y falta de inversiones en la planta. Tarde llegamos.

En cuanto a PSOE y PP, aferrados a la unidad de acción en el ‘conflicto’ con Alcoa, es un consenso que busca mantener los empleos, forzar la retirada del ERE, pero sin soluciones más sólidas que garanticen el futuro de la actividad y los trabajadores en un momento de clara recesión de esta industria frente a los chinos. Los socialistas suelen reclamar ante los trabajadores subastas bianuales o trianuales pero al tocar poder la política es otra, por no hablar de la ligereza con que a veces proponen cierres de centrales eléctricas. Que no están en Madrid, claro. Y la reciente política energética del PP ha dejado pudrirse el sistema.

Todo ello resulta preocupante también para San Cibrao, si en algún momento se viera en un brete. No hay una estrategia clara de país que vea a la industria como lo que un día fue: un lugar para el empleo cualificado, bien remunerado y que articulaba la economía, reforzando las comunidades. En A Mariña recordamos bien que Alúmina era garantía para el ascenso social, algo que parecen olvidar muchos otros empresarios que claman contra la posición dominante de la multinacional en el puerto o su modo globalizado de hacer las cosas. ¿Acaso ellos mismos se han distinguido alguna vez por un mayor mecenazgo local o desenvoltura en los mercados internacionales? Más bien al contrario, quienes más critican arriesgar su dinero solo bajo la seguridad del paraguas oficial.

Sí, Alcoa también busca ese paraguas, el de los incentivos y el beneficio, que no le sale cuando pone sobre la mesa 90 millones de pérdidas. Todos desearíamos que sus tres plantas se modernizasen y hubiera más iniciativas de futuro como fue la del gasoducto. Pero hay que buscarlas a tiempo y de este tiempo, porque ponerse ahora a nacionalizar, como piden Bloque y En Marea, parece desesperado y alejado de la realidad del mundo de los negocios. Suena a derrotismo, cuando lo que se necesitan son acuerdos.

En estos momentos mucha gente cree que el escenario más probable es que A Coruña y Avilés cierran, porque así lo quiere su propietaria y no hay empresas que las pongan al día y a producir de acuerdo con Alcoa. Esa muy mala noticia, que esperamos no se produzca, no llegaría a dañar en exceso a San Cibrao pues su rentabilidad actual está en la venta de alúmina, que tiene muchos otros usos aparte de la conversión en metal. Por el contrario, dicen que Alcoa mejoraría al ahorrarse el transporte de alúmina a esas dos plantas.

Ojalá haya proyecto serio para fundir en ellas aleaciones especiales, quizás tras un periodo de adaptación sea posible pero la realidad es que unos y otros siguen echando cuentas con la interrumpibilidad y el CO2 y estamos ya a 10 de diciembre, en puertas de amarga Navidad para 600 familias, un ejercicio 2019 lleno de incertidumbres y el temor a otra recesión industrial.

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