Una parroquia perdida en el tiempo

Todavía hay gente que lava las prensas a mano en Santa María de Torible, un lugar ya cercano al vecino municipio de Friol que conserva su encanto rural gracias a las casas tradicionales de piedra y su naturaleza centenaria

Una visita a los alrededores de Lugo puede ser todo un viaje a través del tiempo, una forma de descubrir pequeñas poblaciones que parecen encapsuladas en el pasado a la vez que gozan de las ventajas de los tiempos modernos. La parroquia de Santa María de Torible conserva sus piedras y naturaleza desde hace siglos, tanto que los elementos más destacables se pierden en la memoria.

Tan solo 19 casas forman esta población cercana a Friol, en la actualidad viven alrededor de 15 personas de forma habitual. Muchos vecinos se han marchado a lo largo de los años mientras que otros que residen en Lugo pasan los fines de semana en sus casas de piedra.

Casas de piedraLas residencias se han restaurado en los últimos años, pero conservan el granito original. Hasta hace 25 años había un cantero en la parroquia que se ocupaba de estos trabajos, el único artesano de la parroquia. En el pasado también era muy típico que los vecinos fuesen al monte, retirasen las losas con sus propias manos y las instalasen en sus fincas, un trabajo que se puede ver en el vallado de todas las casas.

Las construcciones de piedra comparten semejanzas. Casi todas tienen un hórreo, algunos de ellos restaurados, aunque ninguno conserva la madera original y la han cambiado por ladrillo. Todas mantienen un cobertizo en el que se guardaba el centeno después de la malla, un recuerdo del pasado agrícola y ganadero de la zona. Otras viviendas conservan sus antiguas pallozas, que han perdido su funcionalidad con el tiempo.

Algunas fincas cuidan todavía vacas, aunque la parroquia dejó atrás su historia rural y las visitas a la feria de ganado de Friol. Sin embargo, las cosas no han cambiado demasiado más allá de la cobertura y algunas modernidades como una canasta de baloncesto en el núcleo de casas.

Agua de PrimeraLos vecinos continúan recogiendo agua de la fuente que mana de un manantial. "É tan vella como o pueblo", comenta Santiago, natural de Santa María de Torible. El agua es muy apreciada, ya que en verano suele estar muy fresca y en invierno sube la temperatura.

Los vecinos tampoco conocen la edad exacta del Carballo Grande que seguramente es más mayor que los asentamientos en la zona. Los locales sospechan que, a juzgar por el grosor de su tronco, debe tener 500 años de antigüedad. Desde entonces da sombra a los vecinos de la zona.

La geografía de la parroquia está plagada de bancos, espacios en los que sentarse al sol o la sombra de un árbol. Incluso se puede encontrar algún vecino haciendo la colada en el antiguo lavadero, que fue construido por la Hermandad de Labradores en 1960.

IglesiaTampoco ha cambiado demasiado la antigua iglesia de Santa María, aunque muchas de las lápidas parecen modernas. La parroquia celebró sus fiestas los pasados días 21 y 22 de julio con una procesión de la patrona alrededor de la capilla y una verbena en el campo de la fiesta. Las orquestas son las que más han cambiado con el tiempo.

En Santa María de Torible quedan casas viejas y abandonadas que destacan por su firmeza, pero la que más llama la atención es un casa en la entrada del pueblo. Los vecinos comentan que hace tres siglos el edificio servía como casa del cura, algo que se puede comprobar por la diferencia en el material constructivo, una piedra de más calidad y la existencia de un balcón. Los curas dejaron de vivir allí a principios del siglo pasado y la casa pertenece ahora a una pareja.

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