Parada chairega para campistas de interior

El cámping guitiricense El Mesón, el único en la comarca que ofrece una parcela a los amantes de viajar con la casa a cuestas, renueva su imagen y se lanza al mundo virtual para modernizar un negocio pionero que suma más de 30 años.

Yolanda Arias, Carmen Porto y Carla Folgar, las tres generaciones. C. Arias
photo_camera Yolanda Arias, Carmen Porto y Carla Folgar, las tres generaciones. C. Arias

CADA 1 de junio cobra vida con una nueva temporada estival. Y cada 30 de septiembre cierra sus puertas poniendo fin al verano. El cámping El Mesón, situado en el barrio guitiricense del Mesón da Cabra, es el único negocio de la comarca chairega que ofrece un terreno a los amantes de viajar con la casa a cuestas. Y este año, con más de tres décadas de historia, ha apostado por dar un paso más y lanzarse de lleno al mundo virtual. Con imagen renovada —acaban de cambiar el logo—, estrenó página web y dió el salto a Instagram, tras presentarse antes en Facebook. Es la lucha por el futuro de un negocio pionero tierra adentro.

"El cámping lo abrió mi padre, José Arias García, en el año 1986. Él era un innovador. Tuvo un restaurante y también una gasolinera", explica Yolanda Arias, la segunda generación y una de las actuales responsables del negocio de turismo, que gestiona junto a su hija, Carla Folgar, y un hermano, Roberto.

El fundador no sabía nada del negocio del turismo, ni siquiera era un gran viajero, como asegura su viuda, pero su idea aún hoy se mantiene viva. Y en honor a él, decenas de detalles como un árbol seco que fue barnizado y saluda al visitante cuando entra.

"Había un depósito de mármol pero logo fixeron Ingemarga e levárono e quedou libre esto. Ocorréuselle a idea e fomos ver algún pola costa de Lugo coa idea de montar aquí un cámping", relata Carmen Porto, mientras echa la vista atrás. En una superficie de unos 5.000 metros cuadrados se materializó la idea.

"Sempre foi un lugar moi familiar e tranquilo", asegura. Y un paseo entre las 32 parcelas —están delimitadas pero no hay cierres por lo que se parece más a la acampada libre— lo demuestra. Familias con niños pequeños y parejas de jubilados, los principales clientes del cámping El Mesón, trasladan su casa durante días a la comarca chairega. Se respira calma.

"La mayoría vienen buscando tranquilidad, contacto con la naturaleza y les gusta mucho la ubicación del cámping. Está muy bien situado para visitar el norte y el centro de Galicia y tiene muy buenos accesos a la autovía", dicen Yolanda y Carla, que reconocen que pese a que el negocio se mantiene "el boom de las áreas de autocaravanas que proliferan desde hace unos años en todos los concellos se notó".

"Lo tendremos difícil si siguen sacando clientela, porque tampoco tenemos ninguna ayuda por parte de la administración", dicen, y critican la falta de señalización para llegar al cámping, los fallos constantes en la señal de televisión o la falta de alcantarillado o agua de la traída municipal en un negocio que impulsa el turismo de la zona desde hace más de tres décadas.

"Las autocaravanas si vienen es para una noche, no para quedarse. Nuestros clientes vienen en caravana o en tienda de campaña", dicen, mientras cifran en unas 800 o 900 las personas que pasan por las instalaciones del cámping cada temporada, al menos en los últimos años.

"Estuvo cerrado los veranos de 2009, 2010 y 2011 por la enfermedad de mi padre y al fallecer decidimos volver a abrirlo y tratar de impulsarlo. Carla estudia en Madrid y tuvo la idea para sacar un dinero extra. Y gracias al boca a boca y ahora con internet año tras año se van sumando más visitantes", dicen las actuales responsables, que se trasladan a vivir al cámping cada verano.

"A mí me encanta trabajar aquí. Son como unas minivacaciones de cuatro meses. Me gusta mucho el contacto con la gente, estar fuera...", dice Yolanda con una sonrisa. "Carla vive en esa caravana —señala un vehículo estacionado casi en la entrada— y nosotros en la parte de atrás del bar. La recepción en el cámping es de 09.00 a 23.00, pero en realidad trabajamos 24 horas", indica, mientras dibuja largas noches de verano, con gente en corrillos, entre cervezas, tapas y licores.

"Nosotros ya veníamos cuando estaba el abuelo de Carla, hace más de 20 años, y ahora nos quedamos casi todo el verano. Nos sentimos muy bien aquí. Lo tiene todo en chiquitito, es limpio y ordenado", explican los ferrolanos María Rosa Durán y Manuel María. Son los más veteranos. Pero no los únicos que repiten. La lista es larga.

"Muchos se acaban convirtiendo en parte de la familia. Por eso lo más duro es recoger al final de cada temporada. Con las despedidas muchas veces lo pasas mal, pero cuando cerramos hacemos viajes y visitamos a clientes", explican. Muchos de ellos están retratados en una pared del bar, llena de fotografías de viajeros y visitantes. El mismo lugar donde se ubica un pequeño supermercado y la nueva propuesta de este verano, un rincón de lectura.

"Cada año vamos haciendo cosas nuevas y pequeñas reformas. Cambiamos la instalación de la luz, hicimos alguna acera, mejoramos los jardines, pusimos flores, una bici antigua... Lo más importante es que todo el mundo esté cómodo", dicen, y describen un cámping sencillo, con todos los servicios necesarios —duchas, lavabos, lavadora, agua caliente y fría, tomas de electricidad y agua en cada parcela o wifi gratis— pero sin grandes lujos.

"Algunos niños protestan cuando llegan porque no hay piscina, pero luego te acaban mandando una postal porque se lo pasaron en grande", dice Carla, que destaca que uno de los pilares del negocio es potenciar la realidad rural y la conexión con la naturaleza.

"Van a casa de la abuela a ver como las gallinas ponen un huevo, con mi tío en el tractor... dejan esa realidad en la que viven y se unen a la naturaleza. Se lo pasan bien con cualquier cosa", apunta Carla, que dice que parte de su trabajo, además, es convertirse en oficina de turismo para recomendar visitas y comidas. "A las ferias los mandamos siempre y el pulpo les encanta a todos", asegura, mientras miran hacia adelante con la misma ilusión. "La idea es seguir. Es una oportunidad de ganar algo extra en verano y de estar feliz", concluyen en el ecuador de la temporada. Todavía queda más de un mes. Y muchos veranos más.

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