Los padres del bebé se negaron a declarar y se mostraron fríos y distantes

Los vecinos están convencidos de que han vuelto a vivir en el piso de Irmáns Carro, pese a que no los han visto en la calle desde hace días
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photo_camera Descansillo del piso de la pareja, donde el lunes aún se amontonaban algunos enseres. XESÚS PONTE

Los padres del bebé ingresado el pasado día 16 en el Hula después de que los servicios sanitarios activaran el protocolo de maltrato se han negado a declarar. Ninguno de ellos ha dicho nada en la comisaría de Policía ni en el juzgado y han mantenido en ambos casos una actitud fría y distante.

Han manifestado ese mismo comportamiento desapegado desde su detención y posterior puesta en libertad y, por ejemplo, la madre llamó ella misma por teléfono a la Xunta para comunicar que no tenían intención de presentarse a la cita fijada con el servicio de Menores. El objetivo de ese encuentro era, por un lado, comunicarles qué implicaba que la Administración autonómica se hiciera cargo de la custodia temporal del menor y cómo podían reclamar y, por otro, preguntar por la existencia de algún familiar que pudiera acoger al bebé cuando recibiera el alta. El padre, oriundo de Badajoz, no tiene familia en Lugo pero la madre sí.

Tampoco han hablado con los vecinos de la casa de Irmáns Carro en la que viven. Su única interacción fue la pasada semana, justo después de que se les entregaran las llaves y acudieran al piso en compañía de la Policía, cuando fueron increpados por residentes de la zona.

SIN LUZ. Los vecinos están convencidos de que han vuelto a vivir en su piso y de que llevan allí, al menos, desde el viernes. "Tienen que estar ahí, dónde van a estar si no tienen otro sitio al que ir", dice una de las vecinas, que admite no haberlos visto personalmente pero cita a otro vecino que sí lo ha hecho.

Esta mujer —que presentó el lunes una denuncia ante la Policía porque asegura que les prestó varios aparatos electrónicos que nunca le llegaron a devolver— asegura que toca su puerta varias veces al día, sin éxito. Es preciso llamarles así porque, al no tener luz, no tienen operativo ni el videoportero ni el timbre. Igualmente siguen sin contar con agua corriente.

No solo los vecinos más directos creen que, pese a todo, residen en la vivienda. También otros de la zona dicen que siguen allí y que, de hecho, se les puede ver alguna vez asomados a las ventanas traseras del edificio, que dan a la Rúa Xardín.

Después de que se retirase de la vivienda una tonelada y media de basura y que tuviese que ser desinfectada y desratizada, el juzgado ordenó un seguimiento de la familia por parte de servicios sociales para que no se vuelva a producir una situación de insalubridad semejante.

Los servicios sociales del Concello establecerán un régimen de visitas. El protocolo para estos casos incluye que la trabajadora social municipal haga una entrevista a la familia y valore la situación en el hogar. El objetivo de su labor es trabajar en la reeducación de la pareja.

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